Montaje fotográfico realizado por el autor sobre “El caballero de la mano en el pecho” de El Greco.
Quizás uno de los relatos que más influyó en el subconsciente colectivo de la generación a la que pertenezco en la Escuela de Madrid es aquel de De la Sota sobre “la belleza calva”. En él se describe de modo eficaz y hasta hermoso el proceso de desasimiento que ha de seguir el artista hasta alcanzar la esencia de su obra… sorprendentemente, la metáfora sobre el busto de Nefertiti era paradójicamente un tanto inversa al proceso formativo en el que nos vimos envueltos: una educación en la excelencia basada en la contraposición de modelos de éxito casi más sociales que profesionales: la sucesión de cátedras a las que uno podía y debía asistir, los concursos que se publicitaban, las publicaciones editadas… acuérdense, la época de la Expo, de las olimpiadas, el congreso de la UIA… pero no solo, también el volumen de viviendas existentes en España aumentó un 40% en apenas 15 años.
Era un proceso en el que se involucraron todos los niveles sociales: desde la administración que buscaba nuevos símbolos de poder/eficacia ante la necesidad de justificarse cada cuatro años, o esa otra administración que buscaba financiarse con la especulación del suelo urbano, hasta cualquier ciudadano que podía acceder al cuento de la lechera a base de créditos hipotecarios. Así, no resultaba extraño que las expectativas de todos los profesionales pudieran ser altas…
Sin embargo, como hemos podido comprobar, este panorama no dejaba de ser un castillo de naipes con base de arcilla. Hoy, que parece que empezamos a despertar de la resaca que nos ha dejado groguis estos años, sería un buen momento para preguntarnos ¿hemos aprendido algo de todo esto?
Personalmente no creo en las culpas colectivas. Cada profesional, así como cada promotor o usuario –cada ciudadano, en suma-, tiene que asumir su responsabilidad particular: quien aceptó contratos que no debía, quien se hipotecó por lo que no podía o quien incumpliera la ley, bien por inercia, bien por codicia… pero no puedo dejar de preguntarme ¿qué no hicimos que sí estuvo en nuestra mano? Y descubro que quizás las cosas habrían podido ser más fáciles si hubiera sabido decir NO.
No supimos decir NO a trabajos a destajo mal pagados ¿acaso no empezaron todos igual?; no supimos decir NO a ningún encargo, aunque el único pago fuera la vanidad de tener obra construida y aunque las responsabilidades sean inmensas y acaben por hipotecarnos; no dijimos NO a colaborar de gratis con cualquier Star del panorama profesional ¿no era acaso una estrella en nuestro CV?; no dijimos NO a concursos-trampa por los que la administración se financiaba ¿no encontraríamos a alguien que nos permitiría desarrollar el trabajo en las mismas condiciones míseras en las que lo aceptábamos?; no supimos o no quisimos decir NO a desarrollos urbanos en muchos casos absurdos ¿no era acaso sinónimo de progreso aunque sea improbable poder hacer un desarrollo adecuado del suelo en un par de años cuando ya es difícil poderlo hacer en décadas?
Lo confieso, yo no aprendí a decir NO de forma responsable a tiempo. Es verdad, nadie nos enseñó ni nos preparó para ello. Pero puede que éste sea un buen momento para aprender.
N. del A. (el enlace de De la Sota no es comercial, el texto original se escribió para el libro relacionado).
No deja de sorprender leer a los miembros de la junta de gobierno del COAM que han encargado las obras de la sede a sus propios miembros o cuyo decano y tesorero han contratado con el ayuntamiento de madrid por varios millones de euros durante su mandato, que haya que aprender a decir que no.
Estimado Enrique,
Uno se encuentra con la posibilidad de decir «no» precisamente por su responsabilidad y libertad individual. No puedo responder por lo que dices que hicieron unos u otros.
Te invito a que si entiendes que se ha infringido la ley en cualquiera de sus ámbitos lo denuncies ante quien corresponda.
Si bien éste no me parece que sea el foro adecuado, pues entiendo que es un marco de reflexión acerca de ideas globales sobre la profesión y que por ello participo muy gustoso aportando mi visión -limitada, seguro, pero mi visión-, quedo a tu disposición y a la de quien lo estime para responder ante cualquier duda por mi trabajo realizado en este año y medio de responsabilidad colegial. Sí os ruego que uséis para ello otros cauces y dejar este foro para debatir sobre el tema propuesto.
Gracias