
Dibujo de Jimena Echarte Sanz “Mi papá en el trabajo”.
Arrancamos el nuevo blog de la Fundación Arquia con un tema que no puede ser más actual la LSP. Para ello contamos con la afilada pluma de José María Echarte (n+1) para romper el hielo sobre un asunto tan peliagudo. Así que, como podéis imaginar todos vuestros comentarios al respecto serán bien venidos.
Ha llegado este país a un punto en el que escribir “Que la arquitectura la hagan los arquitectos” no es ya algo propio de una novela de Jardiel Poncela, lo que no dice mucho ni del país ni de la situación legislativa a la que se enfrenta la profesión.
La Ley de Servicios y Colegios Profesionales [LSCP], motivo de que la frase anterior haya pasado de juego literario a exigencia justificada, comenzó su andadura definitiva en diciembre de 2012 con la filtración de un texto absolutamente doctrinario -y con escaso soporte científico- cuyo objetivo era claro: Acabar con el sistema de competencias basadas en planes de estudio formativos y títulos habilitantes que hasta ahora había dado magníficos resultados, para sustituirlo por un todos contra todos competencial absolutamente ajeno a formaciones y contenidos.
¿La excusa? Una falaz mejora de la especialización -a través de una supuesta justicia del mercado que siempre se demuestra muy poco justa- y del servicio al ciudadano basado en el incremento de la oferta como regulador de precios. Estas razones soportan escasamente un análisis informado y no torticero: La especialización, más allá de palabras vacías, ya existe: Por carreras, por títulos habilitantes y por competencias dependientes de estos. Respecto al incremento de la oferta, existe en la actualidad más de un 60% de paro y precariedad en la profesión. Los honorarios, que ya rozan el dumping, alcanzan bajas próximas al 60% (y de esto es muy consciente la administración, principal valedora de este sistema). No parece por tanto que la oferta sea ningún problema
¿Cuál es la realidad? Lamentablemente, muy otra.
Y es que si bien es cierto que “Europa lo pide” –mantra ideal para estos tiempos absurdos- solo lo hace a medias. Porque lo que se pide es que se regule el sistema de colegios profesionales, un galimatías que debemos a la misma clase política que pretende este dislate, y para nada este intento de trastocar lo que funciona bien, con lógica y con responsabilidad.
Pese a la tangible realidad la ley ha seguido su camino. Empezó mal con aquella filtración -y los globos sondas, borradores apócrifos y el sinfín de imprecisiones posteriores impropias de cualquier gobierno digno- y ha acabado peor, remitiendo todo a un “grupo de trabajo” de composición incierta y resultados aun más inciertos en el que pretende dirimirse el marco competencial de todo el sector.
Y sin embargo, el objetivo oculto ha permanecido incólume: la pauperización del sector profesional-técnico para convertirlo en una masa de mano de obra amorfa y fácilmente intercambiable de cuyo “todos valen para todo” (necesariamente antitético con la especialización y la calidad actual) solo se beneficien un número reducido de grandes corporaciones más que dispuestas a pescar en el río revuelto de ese marasmo profesional en el que, a fuerza de ser todos válidos para todo, acabaremos no siéndolo para nada. O al menos para nada que merezca la pena.
Por tanto, y reprimiendo lo absurdo que pueda parecernos, parece necesario seguir escribiendo que la arquitectura (que no es la construcción, como la cirugía no es dar puntos) deben hacerla los arquitectos. Son quienes se han formado para ello en una disciplina que ni es sencilla ni es un añadido “artístico” prescindible al componente técnico de otras carreras. Yo no soy un artista. Soy un técnico. Un profesional especializado. Formado para abordar con responsabilidad y seguridad unas competencias concretas. El resto de cuestiones, lamentablemente, transitan entre la hipocresía, el interés de rapiña irresponsable y desmedida y la falta de respeto por la labor de los arquitectos.
Y esa labor es la arquitectura. Nada más. Y nada menos.
Pues si si, oye… me considero artista y técnico. Artista porque me gustan y busco las cosas bellas y con un sentido trascendental; y técnico porque te levanto un rascacielos si me lo pides. Si, soy arquitecto… ;)
En aras de saber qué responderle sería bueno saber qué entiende usted por «cosas bellas» y sobre todo que es el «sentido trascendental».
Pues hay mucho de verdad en lo que dices. Son muchos años de batalla continua de la profesión en el campo de las atribuciones, y la lucha parece no tener fin. Tras 100 años de tiras y aflojas con las ingenierías -y algunos menos con los aparejadores- tenemos la impresión de que ni la Ley de Atribuciones del 86, ni la LOE del 99 sirven para crear el soporte estable y duradero que garantice el ejercicio profesional a salvo de discrecionalidades ni ideas brillantes del político de turno! La improvisación y la falta de consistencia y densidad real de las decisiones al más alto nivel político provocan, no sólo estupefacción e indignación, sino la más absoluta indefensión de los profesionales en un entorno ya de por sí de alta competitividad. Y esto se traduce en un auténtico ‘fraude social’, si las reglas del juego con las que profesionales actuales se han formado se modifican de forma unilateral. La Arquitectura deben hacerla los arquitectos, no sólo porque hemos sido instruidos para ello y contamos con la formación específica, sino porque la sociedad en su momento determinó mediante un complejo proceso que así fuera y nos dio la habilitación legal para ello. Lo que no me explico es cómo las organizaciones profesionales no son capaces de explicar y convencer sobre conceptos tan básicos de forma eficaz en los foros políticos, y llevamos años negociando a la baja o consiguiendo victorias pírricas en detrimento de la solidez de la profesión y de su prestigio ante la sociedad.
Cada vez que el colectivo de arquitectos vemos que alguien ajeno quiere usurpar nuestro trabajo saltamos con la «poesía» y el «arte», y eso es algo que siempre me ha producido urticaria.
Siempre he dicho lo que tú: Yo no soy un artista. Soy un arquitecto.
Por lo tanto, me parece perfecto tu enfoque.
Triste país y triste sociedad en la que hay que defender lo obvio: que la arquitectura sea hecha por los arquitectos y que la fraumpostrimoñología sea hecha por los fraumpostrimoñólogos. ¿Tan difícil es entender eso?
Ah, otra cosa con la que estoy completamente de acuerdo contigo es que esta tendencia a la mezcolanza y al mejunjeo sólo parece beneficiar a los ingenieros en una primera y muy distraída lectura. En realidad creo que nos perjudica a todos y nos tira por el lodo a todos.
Es precisamente esa asociación con el mundo del arte la que -en mi opinión- mas daño ha hecho al colectivo desde hace ya décadas. Y lo peor es que se ha asumido con una mezcla de soberbia muy poco disimulada y tontuna muy poco edificante. Para estas cosas siempre hay que releer a Antonio Miranda cuando nos dice que el ponernos dentro de las bellas artes fue el peor error que pudimos cometer.
con respecto a los ingenieros llevas toda la razón José Ramón: El error es el mismo, se cometa contra Agamenón o contra su porquero y si este cambalache de competencias absurdo me parece un error para las nuestras, la mínima coherencia dicta que me parezca un error para las del resto de profesionales (Magníficamente formados ellos también en sus respectivas competencias).
Luis, perdona el retraso en contestar: Ciertamente la situación roza lo fraudulento en ese cambio de las mínimas reglas de juego de que la sociedad se ha dotado y de los sistemas que ha establecido para salvaguardarse (En este caso la asignación de atribuciones en función de unas determinadas formaciones). La estructura de los Colegios hace años que adolece de su propia atomización y dispersión. De ser -en pocas palabras- una jaula de grillos con cada grillo haciendo lo mismo de forma diferente para llagar por caminos distintos al mismo sitio a distintas horas. Ojo, no niega uno que los COA no hagan muchas cosas magníficamente bien, la mayoría de ellas relativas a la microgestión del día a día, pero en el panorama macro (Y la LSCP es macro no, lo siguiente) son como el ejercito de Pancho Villa tras tomar al asalto una destilería de José Cuervo. Y ni siquiera es no querer (uno les presupone a todos los dirigentes colegiales la buena intención siempre) es simple y llanamente no poder a base de una constante disfunción estructural que no soporta mas el sistema y que produce estos distanciamientos sociales y estas descoordinaciones.
Hola Jose María, no podía empezar mejor este Blog que hablando sobre quién debe realizar o no la «Arquitectura» y sobre todo acordarnos de cómo nos ven desde fuera, al final siempre que realizo un proyecto para un particular (cuanto menos para un promotor privado que quiere realizar un bloque de viviendas para su venta, te estoy hablando de hace ya muchos años) tengo la sensación de que nos contratan como un mero trámite más, somos un impuesto más que hay que pagar, una firma que entregar en el ayuntamiento para que les concedan el permiso necesario para construir «su» casa.
Y es que en un país en el que todos entendemos de todo, somos nuestro propio médico, sabemos más que cualquier entrenador que no sabe a quién debe poner en la delantera de nuestro equipo, todavía tenemos que recurrir a una persona que me va a decir a «mí» como tengo que hacerme «mi» casa…
Y que hacen los políticos, una vez más aprovecharse de la situación, ver como añadir más carnaza y sacar algunos votos diciendo que se va a «liberalizar» el mercado, que se «abaratarán» los costes, etc, etc…
Esta es la difícil realidad a la que nos enfrentamos día a día y así desapareceremos tanto los arquitectos, como los ingenieros, como cualquier profesional que no tenga definido claramente (en la sociedad) cual es su labor. No se trata por lo tanto de una pelea entre hacer «cajitas» o poner «cablecitos» dentro de las mismas, una absurda pelea en la que han entrado desde los diferentes colegios, más allá de la verdadera raíz del problema. Se trata de poner nuevamente en valor la Arquitectura y de esta forma valorar realmente cuál es el oficio del Arquitecto.
Saludos