Hace unos días leí el artículo del arquitecto Alberto Campo Baeza que ha escrito para Arquia “Si usted quiere tener una casa buena, bonita y barata: llame a un arquitecto”, que encontré brillante, pedagógico y muy oportuno en unos días en los que la figura del arquitecto no pasa por sus mejores momentos en cuanto a valoración profesional y social.
Tras una durísima crisis, algunos excesos en los que los protagonistas de obras relevantes a nivel económico y de repercusión mediática no han estado acertados, unido a la práctica de una arquitectura banal y mediocre consecuencia de la euforia constructiva de las décadas de los finales 90 y primeros 2000, han provocado una depreciación de la profesión, situación ésta que ha oscurecido el trabajo de un buen número de arquitectos que han dejado múltiples y espléndidos ejemplos a lo largo de toda la geografía española del buen hacer arquitectónico.
Así, cuando Gerardo García-Ventosa me propuso escribir para el Blog de Arquia, pensé en recurrir al escrito de Alberto Campo para incidir en el camino por él trazado. Y como obras son amores y no buenas razones, aprovecharé esta ventana digital que se me ofrece para explicar una experiencia arquitectónica de gran contenido social realizada en estos últimos años y que tiene continuidad en el momento presente.
Colonias en Viladoms (Bages) – Foto by Alejo Bagué
En el año 2010 La Fundació Catalana de l’Esplai, una ONG cuyo objetivo principal es proporcionar a niños de familias con escasos recursos económicos estancias en albergues y casas de colonias con el fin de favorecer la solidaridad y la formación de estos sus pequeños usuarios, me propuso proyectar su sede y albergue principal en el degradado barrio de San Cosme en el Prat de Llobregat, para después realizar diferentes proyectos de casas de colonias repartidas en diferentes lugares con valores naturales a lo largo de la geografía catalana.
La primera de estas actuaciones fue realizada en Viladoms, un lugar cercano a la montaña de Montserrat en un bosque en el que habían existido unas antiguas colonias ya abandonadas y en ruinas. Para salvar el escollo urbanístico que impedía nuevas construcciones en OAB decidimos circunscribirnos a edificar sobre la huella y los cimientos de los antiguos barracones y fue a partir de esa decisión que nació la idea y la concepción del nuevo proyecto. Pensamos en la casa como arquetipo y como un niño la entiende, utilizándola como pieza básica de un orden constructivo modular. De esta forma el conjunto se muestra como una agrupación de pequeñas piezas autónomas (casas) que construyen un sistema (poblado) con lo que se elimina el porcentaje de espacios de comunicación, accesos y elementos de circulación vertical, renaturalizando el lugar y favoreciendo la intimidad en pequeños grupos de niños a la vez que favoreciendo la idea comunitaria de conjunto.
Colonias en Viladoms (Bages, Montserrat al fondo) – Foto by Alejo Bagué
Cada una de las pequeñas unidades o casas alberga grupos de 6, 8 o 12 niños, hasta alcanzar el máximo total de 90 propuesto por la fundación.
Mi trabajo consistió, con la colaboración de Núria Ayala y la ayuda del técnico de la Fundación Esplai Alexandre Paralols, en desarrollar un sistema constructivo elemental pero rico en prestaciones, un eficaz aislamiento, rapidez de ejecución, criterios rigurosos de sostenibilidad y un muy bajo coste de 450/m2 que incluye la construcción acabada, la habilitación interior y la urbanización de elementos conectores que relacionan todo el conjunto y el espacio comunitario exterior.
Croquis original Casas Colonias Viladoms
El éxito y el entusiasmo de sus pequeños habitantes ha reportado el beneficio de un nuevo uso no previsto del conjunto para utilizarse como viviendas para familias con niños en los periodos en que no se utilizan como casas de colonias.
Otros proyectos similares se han finalizado o están en fase de preparación en Navès, San Joan de les Abadesses o en otros lugares del territorio catalán.
Colonias en Navès (Solsonès) – Foto by Joan Guillamat
Espero que el trabajo mostrado, por lo que tiene de contenido social, de aportación cultural a esos pequeños personajes, los niños en su etapa de formación, de innovación constructiva y sostenible y de rigor en la economía de la obra ayuden a dar fe de lo útil y necesario del trabajo de los arquitectos en los difíciles momentos que vivimos.