Arquitectura por contagio
Desde El país, Del tirador a la ciudad
“El mejor urbanismo ordena. Pero también da opciones. Permite la elección y, por lo tanto, apela a la responsabilidad de sus habitantes. La mejor arquitectura contagia. En ocasiones formalmente. Otras, fomentando el cuidado de los usuarios. Los comportamientos sociales también se contagian. Los que lo hacen ilusionando, con esperanza, suelen ser —o deberían ser— mucho más profundos y certeros que los que se perpetúan por algo tan paralizante y sobrevalorado como el miedo. La moral es miedo, la ética es esperanza, conciencia y educación. Ambas tienen una traducción arquitectónica.
Aunque a veces tardemos en verlo, el contagio nos rodea. He sido testigo de cómo una vivienda de Campo Baeza, la Casa en Valdemoro —el típico volumen cúbico sabiamente agujereado para hacer de la luz un elemento fundamental— propició el blanqueo de las viviendas con cubiertas de tejas colindantes. Se cogía el rasgo más visible como el más característico: la iluminación es más costosa de imitar (…)”
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