Todo arquitecto es emprendedor por vocación

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Hace meses, un buen amigo me preguntó:

– “Jose, ¿Sabes cuál es el verdadero valor de los arquitecto?. ¿Qué os diferencia de otros profesionales?”.

– “Un arquitecto idea, diseña y construye espacios“, contesté yo.

– “Ya, ya… pero ¿Cómo materializa todo eso?” replicó.

“¿A través de sus proyectos?, respondí dudando.

“¡Eso es!, un arquitecto ¡PROYECTA! Y ese es vuestro gran valor. ¡Proyectáis!. Pues bien, si miras en el DRAE, verás que la principal acepción de “Proyectar” es “lanzar o arrojar una cosa con fuerza hacia adelante, de modo que llegue a gran distancia”. Un arquitecto “lanza” ideas hacia adelante (hacia el futuro), abriendo nuevos caminos y haciendo que la sociedad avance. Vuestros “proyectiles”, vuestras ideas, anticipan cambios y modos de vida. Vosotros os adelantáis, y con vuestros proyectos, transformáis nuestros sueños en realidades. Y eso es, amigo mío, emprender”.

Nunca olvidaré aquella conversación sobre la innata habilidad emprendedora de los arquitectos. Capacidad que llevo poniendo en práctica desde hace años, dentro y fuera de nuestro sector, y que me ha permitido superar la actual crisis aplicando varios de los conceptos ligados al emprendimiento: exploración, curiosidad, empatía, creatividad, capacidad de cambio, flexibilidad

¡Si, señores!, los arquitectos somos, ante todo, emprendedores. Porque nosotros sabemos que “emprender” no es “montar empresas”. “Emprender” significa “transformar sueños en realidades”. Y es, justamente, eso lo que hacemos día a día: transformar las ideas y sueños de nuestros clientes en realidades.

Y somos innatamente creativos. En una sociedad en la que los cambios se producen de una forma cada vez más acelerada, la creatividad es la habilidad básica de adaptación y anticipación de dichos cambios. Y las empresas no van a poder crecer ni sobrevivir sin equipos creativos.

Y somos técnicos. En nuestras escuelas de arquitectura nos han instruido en técnicas y tecnologías que nos permiten desarrollas nuestros proyectos. Y esta preparación me ha permitido sumergirme en el campo de las nuevas tecnologías, herramientas imprescindibles para sobrevivir y adaptarnos a las sociedad del s. XXI.

Y somos gestores de equipos. Sin nuestra capacidad empática y de liderazgo, sin nuestra visión global e integradora, difícilmente podríamos gestionar la enorme cantidad de agentes que intervienen en cualquier proyecto y obra: clientes, proveedores (fontaneros, albañiles, electricistas, estructuristas…), ingenieros, administraciones, etc.

Y somos humanistas. Nuestros proyectos surgen como respuesta a las necesidades de las personas. Proyectamos por y para las personas, facilitando y mejorando sus formas de vida, fomentando su cultura y valores.

Todo ello me permite afirmar que un arquitecto tiene el perfil más altamente cualificado para liderar, de forma proactiva, los increíbles y disruptivos cambios sociales, económicos y culturales que van a tener lugar en los próximos años. Pues como bien decía Edwin Land: “el siglo XXI estará en manos de aquellas personas u organizaciones capaces de equilibrar creatividad y tecnología”.

¡Ánimo arquitectos, usad vuestra innata creatividad! Hay mucho trabajo por hacer ahí fuera, ya sea creando nuevos espacios físicos, o liderando nuevos espacios emocionales en organizaciones o empresas.

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