1

Reyner Banham. 1955. “El Nuevo Brutalismo.” En: Architectural Review, Diciembre, 1955

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GRAAF, Reinier de. 2015. “Building Capital.” En: Architectural Review, vol. 237, no. 1419, Mayo 2015

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GRAAF, Reinier de. 2015. “Building Capital.” En: Architectural Review, vol. 237, no. 1419, Mayo 2015

“La brutalidad de los hechos” (Algunas notas desde Londres)

Jessie Brennan

Jessie Brennan. A Fall of Ordinariness and Light (2014). Lápiz sobre papel (enmarcado en alumnio), 57.5×71.5 cm. http://www.jessiebrennan.co.uk/

“Lo que en última instancia caracteriza al Nuevo Brutalismo, tanto en arquitectura como en pintura, es precisamente su brutalidad, su je-m’en-foutisme, su bloody-mindedness.”1

 

La campaña emprendida por la Twentieth Century Society y apoyada por reconocidos arquitectos internacionales como Richard Rogers, Renzo Piano, Zaha Hadid o Frank Gehry, entre otros, no ha podido evitar que el pasado Agosto se negase por segunda vez la catalogación de Robin Hood Gardens como parte del Patrimonio Nacional, haciendo de su demolición un hecho ya inminente. En los últimos meses, el debate en torno a la actual crisis que atraviesa la vivienda social en el Reino Unido y que ha dividido a la opinión pública y profesional, se ha reavivado una vez más ante las declaraciones de David Cameron a comienzo de este año en el Sunday Times: 140 millones de libras para derribar cien “brutales construcciones” de vivienda pública. Lugares que fueron considerados en los sesenta y principios de los setenta motivo de orgullo nacional, máximos exponentes del estado del bienestar (y muchos de ellos “brutalistas”), son entendidos ahora como una trampa mortal, “un regalo para criminales y traficantes,” en palabras del Primer Ministro.

Catherine Croft, al frente de la C20 Society, ha advertido del peligro que entraña demonizar estos inmuebles estableciendo una relación entre criminalidad y diseño, pues muchos de los problemas que los amenazan han sido causados por un mal mantenimiento y se solucionarían de manera más fácil y de forma menos costosa mediante la “rehabilitación” sin tener que alterar la vida de estas comunidades. Es más, insiste de manera especial en que las propuestas del gobierno favorecerán la tabula rasa de aquellos complejos habitacionales con un valor del suelo lo suficientemente elevado para atraer a los inversores privados, lo que pone en duda la demolición como mejor forma de regeneración urbana.

La privatización de estos inmuebles (“Estates”) ha hecho que el desarrollo de la ciudad pase a residir principalmente en el sector privado, proceso que habría comenzado con las políticas neoliberales de los años ochenta y noventa, favoreciendo el aumento de propietarios frente a inquilinos, según ha explicado Reinier de Graaf. Haciendo un interesante paralelismo entre la teoría económica de Piketty y el desarrollo de la modernidad arquitectónica, el socio de OMA explica cómo después de la “revolución conservadora el entorno construido, y en especial la vivienda, adquirieron un nuevo papel: de un medio para proporcionar alojamiento se convirtieron en un medio para generar rentabilidad. Un edificio ya no sería algo para usar, sino algo para poseer.”2 Es la diferencia establecida entre valor de uso y valor activo lo que marca esta transformación, producida hacia mediados de los setenta, y que precisamente ha provocado que la arquitectura se vuelva inexplicable, según Graaf, al menos tal y como la explicamos los arquitectos: “la lógica del edificio ya no recae sobre la intencionalidad de uso, sino que responde a un “genérico” atractivo económico,” de tal manera que “el juicio de la arquitectura se refiere inevitablemente al mercado”3 y el arquitecto se termina convirtiendo en un economista, de la misma forma en que se pierde la fe en su capacidad para responder a las necesidades sociales.

Actualmente en Londres, aproximadamente noventa complejos de vivienda social están esperando ser derruidos, mientras renovadas miradas sobre la arquitectura brutalista a través de exposiciones, publicaciones, o incluso representaciones, nos recuerdan la idea social de progreso que traía consigo el “Nuevo Brutalismo.” Así, mediante la muestra del atractivo visual de estas arquitecturas, nos remiten a la ambición y al idealismo que un día las provocaron.

Notas de página
1

Reyner Banham. 1955. “El Nuevo Brutalismo.” En: Architectural Review, Diciembre, 1955

2

GRAAF, Reinier de. 2015. “Building Capital.” En: Architectural Review, vol. 237, no. 1419, Mayo 2015

3

GRAAF, Reinier de. 2015. “Building Capital.” En: Architectural Review, vol. 237, no. 1419, Mayo 2015

Por:
Arquitecto, vive y trabaja en Londres. Doctor por la ETSAUN (Pamplona), MA en History & Critical Thinking por la Architectural Association School of Architecture (Londres). María ha participado en distintas conferencias internacionales y ha sido también profesor ayudante de la ETSAUN, “Visiting Lecturer” en la School of Creative Arts de la Universidad de Hertfordshire (Hatfield, RU) y crítico invitado en la Architectural Association (Londres, RU).

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