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¿Por qué emigra un arquitecto joven?

Nunca fui un estudiante de arquitectura “usual”. Creo que desde chico me sobrellevó el instinto de caminar por los límites de la disciplina. Dibujar arquitectura no me bastó, necesitaba escribirla, diseccionarla, revolverla y lanzarla afuera. Mezcla esto con escuelas de estructuras bien marcadas y todos los tropiezos que trae consigo la juventud, y obtendrás una maraña de contradicciones, un camino irregular, derivático, lleno de bifurcaciones y pasos en falso.

Por el camino, trastabillando en las mismas piedras, me encontré en el suelo con tal cantidad de compañeros y amigos que empecé a pensar que lo “usual” es realmente una ilusión. Todos encajábamos lo mejor posible los corsés de la academia mientras hacíamos “otras cosas”. Todos perdíamos “el tiempo” en ideas que aparentemente no servían para nada. Con los años hemos aprendido a perder el tiempo tan bien, que hasta parece que salen cosas interesantes: Ilustración, videojuegos, fotografía, meriendas, ensayos, conferencias, cine, cómic, historia, muebles, colectivos, música… Ya nadie es “sólo” arquitecto, todos bebemos de la vida diaria, el “sólo” arquitecto es un ermitaño en una sociedad multifacética e hiperconectada.

Cuando finalmente salimos de nuestras escuelas (o antes incluso), muchos de estos perdedores de tiempo buscamos cómo hacer de nuestras ideas un medio de vida. No creo que nadie haya renegado, realmente, de la arquitectura como disciplina, a todos nos encantaría construir nuestra “primera casa”; sencillamente, el momento que vivimos cerró en gran parte la puerta a la práctica profesional que se nos prometió, así que había que hacer un movimiento de cintura. Entre nuestros hermanos mayores ya contamos con grandes ejemplos en el tema, pasando desde los Eames a los Floyd, personas que pensaron como hacer cosas diferentes desde una sensibilidad arquitectónica. Sacamos nuestros picos y palas, y comenzamos a cavar.

Por desgracia, no todos los suelos son excavables, quizás algunos aprendimos a utilizar herramientas poco adecuadas para nuestros lugares de origen, o el suelo no era lo suficientemente estable para asegurar los pies.

¿Por qué emigra un arquitecto joven?

Por un sueño, siempre es por un sueño. No creo que sean las condiciones de vida ni los salarios: Somos jóvenes, la mayoría tenemos una familia que nos apoya, normalmente un hogar al que volver y un pueblo en el que la vida es tranquila y placentera.

Cuando un arquitecto joven emigra de verdad no es para hacer un posgrado de uno o dos años y volverse, es para buscar un suelo más fértil, un lugar donde sus energías no tengan que estar dedicadas a auto justificarse y resistir el menosprecio, sino a impulsar sus metas. Donde ser un “bicho raro” no sea una vergüenza sino un orgullo, y “perder el tiempo” sea el andamio de esa actualización del pensamiento arquitectónico de la que tanto se habla pero que nunca se logra.

No es un capricho, tampoco es realmente una necesidad física: más bien es una necesidad del espíritu.

De ese Esprit Nouveau del que siempre nos hablaron:

resulta que no vive del aire.

Por:
(Granada, 1986). Research Fellow en Dumbarton Oaks, Trustees for Harvard University (Washington DC). Doctor en Historia de la Arquitectura (Politecnico di Torino) y Doctor en Historia del Arte (UGR). Arquitecto egresado de la ETSAG y Magíster en Arquitectura de la Universidad de los Andes, Colombia. Socio fundador de Amate+Saga, oficina de arquitectura y diseño estratégico. Asistente editorial del Journal académico Architectural Histories, perteneciente a la European Architectural History Network. Colaborador habitual de National Geographic Historia. Antiguo corresponsal de La Ciudad Viva .
  • Ana Asensio - 3 septiembre, 2014, 21:22

    Muy identificada con tu texto, Saga.
    Creo que como dicen algunos comentarios del post en FB, hay arquitectos que no emigran por un sueño, pero eso no significa que no haya que olvidar a los que sí lo hacen, y a los que han dedicado mucha energía a pensar esos pasos.
    Como para casi todo lo demás, hay muchos tipos de personas. Cuando llegué a Chile, muchos me decían «ah, ahora están viniendo miles de epañoles. Aquí es que hay mucho trabajo.» o «emigras, no?, que pena». La verdad es que estuve preparando mi marcha a Chile desde 5 años atrás, y nada que ver con la búsqueda de un entorno laboral económicamente próspero. Es cierto que son miles las personas que van en busca de oportunidades, de algo mejor, en cuanto a calidad de vida. Pero también hay otras que, como dicces en FB, se habrían ido igualmente, aunque la situación en España fuera favorable, y desastrosa en cambio en el lugar de destino.
    Hay personas que siguen marchando por el hecho de aprender constantemente, porque el cambio o el detenimiento en un lugar distinto no signifique huída sino búsqueda.
    Lo triste no es buscar fuera, es vivir en un país que mutila. Porque soñadores, siempre ha habido.

  • Manuel Saga - 4 septiembre, 2014, 2:38

    Intento mandar un mensaje optimista, que nos vamos porque nos gusta pelear…

    Quizás la palabra sueño ha sonado demasiado cursi. Por lo que he podido conocer de los que en fb hablaban de una visión menos romántica, todos son personas muy profesionales con proyectos interesantes, de esos que todos sabemos necesitan mucho cariño y no siempre son los más rentables. Yo creo que todos tenemos nuestro sueño, lo peleamos en el día a día… y si el día a día nos lleva al otro lado del océano, nos vamos igual, porque así es como creemos que se deben hacer las cosas.

    Sin tragedia, sin crisis, ni fatalismos. Nos vamos, peleamos, a veces ganaremos y a veces perderemos. Y tomaremos cerveza.

  • Maria José García - 4 septiembre, 2014, 10:51

    ¡Gracias, Manolo! ¡Me ha encantado! y… si toda la vida sigues «soñando» harás de verdad… cosas grandes… Un beso grande, Ma. Jose

  • María Jesús - 4 septiembre, 2014, 13:21

    ¡Me ha encantado! y sobretodo tú actitud…. nunca se pierde el tiempo cuando detrás hay muchas cosas por hacer y efectivamente, es mejor moverse y perseguir lo que se busca, que no quedarse aquí y frustrarse… estoy viendo últimamente a Arquitectos jóvenes haciendo trabajos que le corresponden….y aparte de cabrearme, me da mucha pena… y entonces más me alegro de que estés fuera…
    Un beso

  • Manuel Saga - 4 septiembre, 2014, 17:23

    Gracias!

    No creo que sea sólo mi actitud, sino la de muchos: Creo que acabar una carrera que de media se lleva 9 años de tu vida te da al menos el derecho a pelear por vivir de lo que a uno le gusta… así no siempre se logre. Un saludo!

  • Tomás Fernández - 4 septiembre, 2014, 23:41

    No puedo identificarme con tu artículo Manuel, porque he desarrollado siempre mi trabajo como arquitecto sin tener que emigrar. Sin embargo sí te animo a identificarlobcon lapalabra sueño ( para nada cursi ) Al fin y al cabo mi experiencia profesional ha sido la de ir adaptándome a cada circunstancia que venía y adecuarme a las diferentes necesidades para perseguir un sueño, quizás el mismo o no que muchos de los compañeros que han emigrado.

    Saludos

    • Ana Asensio - 5 septiembre, 2014, 15:42

      Creo que, tristemente y en contra de lo que creo que Manuel intenta expresar en su texto, existe la idea de emigrar asociada a la huída. » he desarrollado siempre mi trabajo como arquitecto sin tener que emigrar.». Una connotación negativa y poco incluyente de otras razones que te llevan a rondar las tierras extranjeras.

    • Manuel Saga - 5 septiembre, 2014, 16:37

      Gracias Tomás!

      Estoy de acuerdo en que ese sueño en el fondo es el mismo: Trabajar de lo que nos gusta como nos gusta. Está claro que nunca se alcanza del todo, que hay que tener la mente abierta y disposición para adaptarse, y es por eso mismo que intento lanzar un mensaje optimista.

      No somos una cola de tristes arquitectos en el aeropuerto, sino gente moviendo la cintura!

  • Rafael Briones Gómez - 5 septiembre, 2014, 13:14

    Queridísimo Manolo: conocer tu visión y tu pasión por la arquitectura, tal como aquí la expresas,ya sabes que no es nueva para mí. Me la has contado, te he animado siempre a buscar esa innovación en los márgenes y en el «mestizaje» que siempre ha sido y en las circunstancias actuales será mucho más el camino futuro de la Humanidad. Hace años que buscabas ese cruce creativo de las disciplinas técnicas, humanísticas y sociales. Charlábamos de las confluencias de lo que tú buscabas con la Antropología Social y Cultural que es mi disciplina. He participado y colaborado junto con Óscar en los cursos que habéis organizado en Granada para mostrar vuestro proyecto. Ahora, una vez terminada la Academia – que siempre tiene obligadamente mucho de «corsé»-, podéis «volar» y estáis volando hacia territorios nuevos, donde no seáis mirados como «raros o extraños».
    Ha sido nuevo para mí el leerte y escucharte desde el lugar de la «emigración» desde donde hablas: esto hace que tu inspiración sea mayor. Y veo tambien que tu afición por la expresión literaria se va enriqueciendo con gran calidad. Es una página digna de ser difundida por su contenido objetivo, emocional y por su forma literaria. Un gran abrazo de los que tantas veces nos hemos dado para ti y para Maria Rosa y Manolo, tus padres a quienes se lo daré físicamente cuando vuelvan. Vuestro amigo Rafa Briones.

    • Manuel Saga - 5 septiembre, 2014, 19:58

      Rafa! Muchas gracias por pasarte por el blog y escribir. Precisamente son esas confluencias las que le hacen a uno moverse, intentar no quedarse anclado a lo ya aprehendido.

      Nos vemos estas navidades, un abrazo!

  • Miki Flores Arcas - 5 septiembre, 2014, 11:31

    Manolo se me han puesto los pelos de punta, enhorabuena. Eso de que «nuestros hijos» piensen y escriban así nos hace pensar a los «padres» que algo habremos hecho bien y que habéis trabajado duro para poder expresarte de esa forma.
    Un beso desde el sentimiento «familiar» mas profundo
    Miki

  • Manuel Saga - 5 septiembre, 2014, 19:51

    Gracias Miki, más satisfacción es para mi que las cosas que escribo lleguen más allá del «gremio».

    Un abrazo fuerte.

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