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El año pasado fue sonado el caso del intento de demolición de la madrileña fábrica CLESA (Alejandro de la Sota, 1961). Y recientemente la polémica intervención en el Real Club Náutico de San Sebastián (Aizpurúa y Labayen, 1929).

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Hace pocos días se advertía de la inminente demolición de la Capilla del Hospital de Zamora para cumplir con la dotación de aparcamiento de vehículos según el PGOU en unas nuevas obras de remodelación. Sin embargo, esta obra no es parte del registro DOCOMOMO ni tampoco parte de su extenso catálogo de Arquitectura del Siglo XX. Por eso reclamamos una metodología científica para situar el problema ante cualquier eventualidad, lo que hará más valiosa la reclamación de los propios ciudadanos zamoranos.

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Véase el artículo “La privatización de la democracia” de Jaume Prat, sobre el proyecto de nuevas torres junto al Capitolio de Chandigarh de Le Corbusier, ejemplo de amenaza al patrimonio arquitectónico-paisajístico (y no solo eso…). http://jaumeprat.com/la-privatizacion-de-la-democracia/

¿Valoramos adecuadamente nuestro patrimonio arquitectónico moderno?   

Pantallazo del buscador de imágenes de Google a partir de la entrada “patrimonio arquitectónico definición”, abril de 2015.

Si cualquiera de nosotros busca “patrimonio arquitectónico definición” en Google comprobará en un vistazo que no parecen considerarse bienes de interés cultural de menos de un siglo. Cualquiera de sus definiciones alude al tiempo como parámetro que, como por efecto de lenta decantación, acaba atribuyendo un mayor valor a una obra o a un conjunto arquitectónico por encima de otros en su entorno. Y, como nos indica su origen etimológico, supone un “deber de cuidar”.

Ahora bien, uno no empieza cuidando a alguien o algo sin siquiera conocerlo, ¿verdad? Pues he aquí el primer escollo en esto de la protección y conservación del Patrimonio en Arquitectura: su conocimiento. Es la primera condición sine qua non para toda actuación posterior y obliga principalmente a una labor de educación y divulgación. Sin ese primer estrato formativo no es posible la concienciación ni la sensibilidad general de la Sociedad hacia este tema, cayendo en el más deplorable de los derroteros cuando la única (des)información proviene de interesadas actuaciones surgidas bajo los auspicios de las autoridades políticas, entre las que –ya lo sabemos- hay numerosas y cultísimas eminencias del saber.

Organizaciones nacionales como el DOCOMOMO Ibérico e ICOMOS realizan una labor encomiable, pero con vinculación escasa con el mundo profesional y -lo que es peor- nula con la ciudadanía. Hay problemas metodológicos difíciles en lo que a la catalogación se refiere, como es la consideración (o no) de una obra como parte de lo que se ha convenido en denominar Movimiento Moderno, tanto por sus cualidades estéticas originales, como por los meramente cronológicos (según el DOCOMOMO solo obras entre 1925 y 1965), o por su estado actual de conservación. Desgraciadamente estos parámetros son insuficientes para con ese “deber de cuidar”, y más en nuestro querido país donde la presencia del Movimiento Moderno como tal fue tan fugaz y discreta como poco representativa de la España anterior a la Guerra Civil.

El problema de protección de obras modernas va mucho más allá de esas discutibles condiciones de partida en su catalogación. Afecta a la memoria de los ciudadanos, un patrimonio inmaterial que habita en la mente de cada uno de nosotros. Como expertos en la materia, los arquitectos deberíamos aportar un saber científico a la comunidad suficiente como para que no solo seamos capaces de identificar la calidad de los valores arquitectónicos de una obra, sino para que sepamos cómo conservarla o las directrices de actuación ante cualquier nuevo proyecto de intervención. Desgraciadamente los propietarios de esas obras a menudo desconocen su valía y mucho más la forma correcta de conservarla. Porque de ayudas públicas para financiar esa conservación, mejor no hablaremos, que nos dará la risa floja…

Últimamente se circulan iniciativas sociales por la red para apoyar la conservación de ciertas obras modernas que nunca deberían siquiera ver cuestionada la prolongación de su existencia o la protección de su imagen origina1. Esto es un buen síntoma del interés por el tema pero puede llegar a colapsar la capacidad de sensibilización2. Y, por si fuera poco, a veces las amenazas no residen en la intervención sobre la obra catalogada sino sobre el paisaje circundante3

La complejidad del tema precisa de una amplia pero urgente reflexión.

Notas de página
1

El año pasado fue sonado el caso del intento de demolición de la madrileña fábrica CLESA (Alejandro de la Sota, 1961). Y recientemente la polémica intervención en el Real Club Náutico de San Sebastián (Aizpurúa y Labayen, 1929).

2

Hace pocos días se advertía de la inminente demolición de la Capilla del Hospital de Zamora para cumplir con la dotación de aparcamiento de vehículos según el PGOU en unas nuevas obras de remodelación. Sin embargo, esta obra no es parte del registro DOCOMOMO ni tampoco parte de su extenso catálogo de Arquitectura del Siglo XX. Por eso reclamamos una metodología científica para situar el problema ante cualquier eventualidad, lo que hará más valiosa la reclamación de los propios ciudadanos zamoranos.

3

Véase el artículo “La privatización de la democracia” de Jaume Prat, sobre el proyecto de nuevas torres junto al Capitolio de Chandigarh de Le Corbusier, ejemplo de amenaza al patrimonio arquitectónico-paisajístico (y no solo eso…). http://jaumeprat.com/la-privatizacion-de-la-democracia/

Por:
(Teruel, 1974) Arquitecto por la ETSA.Valladolid (1999) y doctor en Arquitectura (2013). Fundador del estudio [r-arquitectura], oficina de proyectos arquitectónicos y editor del blog de [r-arquitectura] . Investigador permanente sobre Arquitectura Moderna y Contemporánea, profesor de la ETSA.Valladolid, y autor del libro Mies van der Rohe: el espacio de la ausencia.
  • María - 20 abril, 2015, 9:00

    Aunque seguramente carezca de la «vinculación con el mundo profesional y con la ciudadanía», existe un Plan Nacional específicamente centrado en el Patrimonio del siglo XX desde el Instituto de Patrimonio Cultural Español «para dar respuesta a la problemática que presenta la conservación de estos bienes, debido a su especial casuística. Su objetivo es la investigación, conocimiento, protección y difusión de los distintos ámbitos de creación del siglo XX, además de la definición de una metodología de trabajo que contemple sus características diferenciadoras con respecto a otros conjuntos patrimoniales.»
    http://ipce.mcu.es/conservacion/planesnacionales/sxx.html

  • María - 20 abril, 2015, 9:02

    Además, a partir de los múltiples mapas sobre los horrores urbanísticos que hay en la red, nos surgió la duda de cómo vemos las obras de transformación urbana los arquitectos y cómo las percibe el resto de la ciudadanía. En definitiva, cómo nos ve el resto de la sociedad. Y es que, en dicho mapa aparecen elementos (edificios, esculturas, etc) que la mayoría de arquitectos no hubiera incluido en una lista de horrores urbanísticos y que no se sabe muy bien a qué criterio responden.
    Así que nos propusimos el reto de realizar, de manera colaborativa, un MAPA mostrando la BUENA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA.
    http://estudioatope.com/2015/02/25/mapas-sobre-transformaciones-urbanisticas-y-ciudadania/

    • RODRIGO ALMONACID C. - 20 abril, 2015, 11:29

      Hola, María.
      Agradezco tu aportación a la cuestión con la mención al Plan Nacional para la Conservación del Patrimonio del s.XX. La brevedad del texto a veces obliga a sintetizar demasiado y no se pueden tocar todos los temas con el suficiente detenimiento…
      No obstante, y al hilo de lo que comentas también en el 2º comentario, yo me hago la siguiente pregunta: ¿Cuántas personas conocen ese Plan Nacional del I.P.C.E.? O dicho de otro modo: si las instituciones e instrumentos legales no están siendo suficientes para abordar el problema de la protección/intervención/conservación del Patrimonio ni de su calado en la Sociedad civil, ¿no habría que plantearse una «refundación» (o, cuando menos, una «actualización») de las herramientas del sistema vigente?
      Soy de los que opino que el Patrimonio debe estar en manos de verdaderos especialistas acreditados, y no en manos de cualquier profesional (arquitectos incluidos). Pero eso no quita como para no reflexionar acerca de la concienciación ciudadana, la educación en valores artísticos/arquitectónicos de la Modernidad («asignatura pendiente» en cualquier plan de estudios), etc., etc…
      El Patrimonio, como parte de la Memoria colectiva (pasada o reciente), es una de los signos clave de lo que denominamos «IDENTIDAD», y no deberíamos permitirnos ningún tipo de «amnesia»… y menos en un momento como el actual, tan falto de referencias sólidas sobre las que construir nuevas sendas.
      ¡Gracias por los comentarios, María!

  • María - 20 abril, 2015, 20:15

    Efectivamente, no hay ni siquiera muchos técnicos que conozcan los Planes Nacionales (surgidos en los años 80). Yo no supe de su existencia hasta que empecé a profundizar en Arquitectura y Patrimonio Histórico, y simplemente los conocía, no empecé a leerlos hasta que no comencé a trabajar en el IPCE.
    Hay uno de los Planes que me parece fundamental y que sé que está trabajando por este acercamiento a la ciudadanía y por la difusión del patrimonio, y es el de Educación y Patrimonio (que me parece que es de 2010). Igual se queda a una escala estatal que abarca demasiado (y el que mucho abarca…) y que debería apoyarse en los entes locales para integrar dinámicas de apropiación basadas en el conocimiento y el contacto como estrategias para la conservación, protección y desarrollo del patrimonio.

    Son tareas complicadas. Teorizar siempre es más complicado que llevar a la práctica, pero por algo se empieza y hay que tener las metodologías y las estrategias muy claras, trabajarlas mucho para poder llegar a la práctica. En esto se basa en gran parte mi tema de tesis… :)

    ¡¡Saludos y gracias a ti también por tu comentario!!

  • gabriela - 2 septiembre, 2019, 17:51

    hola,
    para considerar una obra de la modernidad como patrimonio, ¿cuales son los criterios que se deben utilizar?

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