El arquitecto como imitador de imágenes: de las estampas al instagram.
Escribía el arquitecto Diego de Villanueva en 1761 acerca de los dibujantes aspirantes a ser arquitectos:
“ … Los libros para esta gente son inútiles; lo uno, por no entenderlos por la ignorancia de los idiomas, y lo otro, porque muy pocas veces han oído hablar de ellos a sus maestros: y, as,í no hay otras guías que las estampas, de las que copian, los hallan a propósito sin crítica ni elección; por lo que no son buenos sino para delinear ideas ajenas.”1
Hoy, desterrados prácticamente los libros y revistas especializadas de la formación de los futuros arquitectos ―sí, no exagero, pregunten a los libreros y editores cómo van las ventas editoriales―, estamos rozando la paradoja de formar en competencias sin el esfuerzo del conocimiento adquirido a través de la lectura. Pero, no nos engañemos: esta “excelencia” es ficticia, pues solo responde a una serie de habilidades asentadas sobre escasos conceptos teóricos 2 , que tampoco han sido explicados con la suficiente profundidad en las aulas de los planes boloñeses.
Los referentes para los Proyectos en las ETSAs no son las ideas e imágenes de una monografía de un arquitecto de prestigio, sino solamente las pornográficas imágenes que la oficina de divulgación de una empresa de proyectos arquitectónicos se ocupa de divulgar en sus perfiles de Instagram o Pinterest, y poco más.
Google hace hoy la labor que antes hacíamos rebuscando entre las estanterías de la biblioteca, y solo nos muestra las imágenes más visitadas o “faveadas” del proyecto; antes, al menos, al ir hojeando el ejemplar uno se topaba con otros proyectos por el camino, tan interesantes o más que el que se pretendía localizar. Pero ahora ya no hay margen a tales distracciones “inútiles”, usado este término en el sentido de Nuccio Ordine.3
Ni siquiera en las webs de los estudios se explica con cierta profundidad cada proyecto, sus condiciones de partida, su contexto, sus objetivos o soluciones… Caso de existir, una escueta columna de texto resume un vacío discurso en plan meramente descriptivo, sin pretensión alguna de construir un mínimo relato coherente, no sea que la lectura se alargue en exceso y el visitante se vaya a otra web, quedando así penalizado el pagerank según nos revela Google Analytics en sus tremendas estadísticas.
Como en el Barroco tardío, la imitatio o mímesis es casi la única garantía contemporánea de la belleza, sin producir apenas ningún discurso teórico que lo sustente más allá de la coyuntura particular de cada obra. Aún a pesar de la vacuidad, la siguiente obra operará con otras claves igualmente inocuas pero distintas, porque en nuestro mundo mercadotécnico impera la “ley de la novedad” como valor añadido y condición sine qua non para que se pueda seguir generando nuevos followers y likes cada día. Se renueva constantemente el repertorio de soluciones materiales y formales para sorprender y dar gusto a buscadores y redes sociales. Quizá por eso la mejor presentación de las obras de muchos estudios contemporáneos en sus webs sea en forma de mosaico, pues ya no hay conexión lógica entre ellas debido a sus mecanismos de producción y diseño y a sus objetivos de marketing. La continuidad lineal de todo proceso investigador o creativo queda así cercenado (si no voluntariamente “negado”) por sus autores.
Por eso, cada vez se ven más PFCs y propuestas de concursos donde se reproducen sin pudor fragmentos inconexos de otras obras ―a veces ni siquiera eso, pues son copias de renders ajenos―, realizados en una factoría anónima de oficinas de arquitectura que apenas son conocidos por los autores, pero con los que se identifican al imitarlos por ciertas insospechadas afinidades. Si OMA ha decidido alimentar su web con las imágenes de Instagram tomadas por sus fans será por algo…
Cierro este texto con otra cita de Diego Villanueva, con la que coincido plenamente pese a haber transcurrido casi doscientos cincuenta años desde entonces:
“ (…) y así no puedo sufrir a algunos pretendidos arquitectos cuando los veo ocupados en expresar en sus diseños una multitud de ornamentos que no tienen otro fin que seducir la vista de los que ignoran los principios en que se fundan los méritos de una obra”.4