Neurodiversidad
Neurodiversidad es el término utilizado para designar personas con algún grado de autismo o trastorno del espectro autista (TEA). Alrededor de 1 en cada 120 personas es diagnosticado anualmente con algún grado de TEA y este número crece; así, incluso se puede oír hablar de una epidemia. Una de las razones es que cada vez hay más consciencia que entre nosotros existen importantes diferencias que merecen ser reconocidas.
Por eso, el estudio y diagnóstico de nuevos casos está mucho más presente que en las décadas pasadas. Autismo en realidad no es un trastorno. No se puede curar ya que se trata de una característica biológica de origen genético y no una alteración de comportamiento, secuela de algún trauma, que habitualmente solemos llamar trastornos. Consiste en una sensibilidad diferente respecto a los inputs del entorno, que a menudo dificulta la comprensión, la interpretación y la orientación en el espacio, como también el encaje y la interacción social. Según el grado de afectación las personas con TEA llegan a ser más o menos autónomas y más o menos integradas en la sociedad.
Arquitectura tiene varios artículos legales relacionados con el acceso de los espacios a diferentes colectivos con movilidad o visión reducida.
Tiene, también, muchas soluciones que permiten a estos colectivos utilizar activamente los espacios públicos y tener viviendas adaptadas.
Sin embargo, la neurodiversidad no se refleja en ningún código edificatorio y raras veces las decisiones del proyecto tienen que ver con un estado de percepción alterada. Como mucho se tiene en cuenta el autismo en niños aunque ya empezamos a tener estudiantes de carrera –futuros arquitectos y futuros promotores- con diagnóstico de algún trastorno de atención o concentración. La adaptación perceptiva y sensorial raras veces forma parte de las asignaturas de proyectos y al usuario con TEA se le tiende a asimilar a un usuario tipo.
Lo cierto es que aún no hay suficientes estudios para poder definir unas pautas para el diseño de los espacios TEA-inclusivos, pero algunos indicios ya se han publicado: la calidad acústica es la más crítica, seguida de la organización o secuencia lógica de los espacios y su clara diferenciación visual. Buena orientación y comprensión de la lógica espacial son básicos porque algunos espacios pueden llegar a ser especialmente hostiles para las personas afectadas si acumulan un exceso de estímulos visuales, sonoros u olfativos.
Especialmente en el caso del diseño de los espacios públicos, centros culturales y comerciales hay que ser más sensible e inclusivo hacía todo tipo de usuarios. El abanico de trastornos del espectro autista hace pensar que las escuelas de colores vivos pueden ser percibidas como espacios agresivos, lo mismo que los centros comerciales pueden causar desorientación y malestar por la densidad de estímulos o que prever un “escondite” -un espacio para aislarse y relajarse- podría ser una estrategia para equilibrar estos excesos sensoriales.
Pero, sobre todo, entender que la neurodiversidad es una más de tantas diversidades que caracterizan la sociedad contemporánea.