Sobre Lina Bo Bardi. Tupí or not Tupí.
Insecto, 1957. Archivo Lina Bo & P.M. Bardi.
Un insecto pequeño e inquietante, lleno de vida, realizado con los restos de una bombilla unidos a las plumas de un animal exótico nos observa desde una caja transparente. Junto a él, una fotografía retroiluminada del jardín de la Casa de Vidrio. Las dos piezas nos transportan al recuerdo de aquellas veladas que el matrimonio Bardi celebraba frente al ventanal, ese que Lina construyó en su casa de Morumbi, y a la masacre de insectos que cada noche se presenciaba contra los vidrios 1.
A partir de este artefacto, delicado y bello, y de esta imagen, decorado tropical en el que se vislumbra lo moderno, Mara Sánchez Llorens, comisaria de la exposición “Tupí or not tupí” dedicada a la obra de Lina Bo Bardi y a su país de acogida Brasil 1946-1992, consigue recrearnos un mundo construido mediante recuerdos materiales y efímeros y metáforas de dos sociedades que chocan y se entremezclan. El corazón de una modernidad que atraca en las costas de Brasil desde una Europa que se derrumba. El corazón de una bombilla con plumas, anécdota efímera de un mundo eléctrico, metáfora de la transformación territorial que inminentemente iba a suceder.
Cada objeto expuesto, aparentemente intrascendente, señala un vórtice en torno al cual puede girar la muestra. Todos unidos forman un universo descentralizado y pleno en el que cada elemento posee la misma importancia que cualquier otro respecto al conjunto. Un cosmos lleno del brillo, de la alegría y el color de los tesoros que Lina rescató para sí mientras hacía de su vida un viaje.
Así, una colección de objetos, esculturas, dibujos, piezas, artefactos y cuadros que nos hacen comprender, jugando con contradicciones y opuestos, cómo Lina influyó y se dejó influir por su país de acogida. Una forma exquisitamente particular de relación con el Espacio y el Tiempo. Viajar, coleccionar, aprender, cambiar, vivir…violentando, como los artistas de circo, límites y categorías: la artesanía popular y la tradición más refinada y culta, el espacio público y la intimidad, lo cotidiano y lo extraño, la América indígena y Europa, lo sagrado y lo profano. Los pilares del SECS Pompeia, a los que Lina llamó tótems contienen en la exposición a un animalario, desacraliza los tótems como elementos exentos pero les hace sostener el peso de la cultura, les quita su carácter animal para convertirlos en guardianes de fieras.
La multiplicidad de la muestra no atiende a otra jerarquía ontológica que la que impone la subjetividad libérrimamente creativa de una autora valiente comprometida con el pueblo, la verdad y la belleza.
Un cosmos que reclama que pensemos con ella, sintamos con ella y viajemos con ella. Y que reproduciendo el amor que Lina tenía por los cachivaches, nos dejamos enamorar por el insecto, el collar de agua marinas, los dibujos del circo Piolín bajo el MASP, la vaca Mecánica, los tótems, los animales, los mascarones de proa, los instrumentos, la bowl, la silla al borde del camino o el polochon 2.