Can Lis, Jorn Utzon (1971). Fuente: Jorn Utzon, Dos casas en Mallorca, Federico Climent.
El arquitecto dedica su vida a diseñar el espacio en el que otros pasan la suya. Del tirador a la ciudad, pasando por la vivienda, la escuela o el lugar de trabajo. Pero ¿quién diseña el espacio en el que el arquitecto pasa su tiempo?, ¿dónde vive el arquitecto?
Varios grandes maestros han diseñado no sólo un gran número de proyectos sino su propia vivienda. Otto Wagner, Walter Gropius, Philip Johnson, Le Corbusier, Eileen Gray, Jorn Utzon, Frank Ghery o tantos otros reflejaron con el proyecto de su vivienda su aproximación más personal a la arquitectura.
En el caso de Philip Johnson y la Glass House podemos entrever la energía de aquel que pretende postular con la arquitectura los principios del Movimiento Moderno, con un enfoque casi didáctico, una arquitectura como manifiesto. No así ocurre en Roquebrune, cuando Le Corbusier construye el Cabanon por encima de la casa E-1027 donde Eileen Gray vive con su amante Jean Badovici. Una arquitectura vernácula que juega al escondite en Cap-Martin olvidando los principios que Le Corbusier postuló durante su carrera. Por último podemos ver en Can Lis la arquitectura del retiro que Jorn Utzon esperaba tener, contemplando el Mediterráneo desde su plataforma natural soñada.
Su mobiliario aparece acorde en materiales y formas con la idea generadora de cada proyecto. Philip Johnson vuelve a mirar de reojo a Mies Van der Rohe y elige el sillón moderno. Le Corbusier revisita los orígenes con un mobiliario básico propio casi del aislamiento monástico de La Tourette. El sofá y los asientos de Can Lis parecen salir de la tierra para formar un espacio de conversación que un ya mayor Jorn Utzon anhela.
Glass House, Philip Johnson (1949)© James Ewing.
Sin embargo, de todos los elementos de las viviendas nos fijaremos con especial ahínco en la ventana. Tratando de entender su diseño como algo más que la mera resolución arquitectónica al problema de la luz. En la ventana vemos el ojo del arquitecto que mira al mundo. Una mirada que se produce sobre tres paisajes opuestos: la naturaleza privada de la Glass House, el bosque como escondite en el Cabanon y el mar Mediterráneo como paisaje infinito frente a Can Lis.
La ventana de la Glass House empieza con la cara caliente o interior y no termina al atravesar el vidrio sino en un plano mucho más alejado construido por la vegetación. Una vegetación que se convierte en los verdaderos muros de la vivienda, en una ventana con que se diluye la frontera entre interior y exterior. Es la ventana como espacio.
El Cabanon, Le Corbusier (1952) Roquebrune-Cap-Martin. Fotografia Oliver Martin-Gambier 2006 ©FLC/ADAGP 9/16.
La ventana del Cabanon no es horizontal. Un Le Corbusier algo mayor renuncia a su lucha por materializar los cinco puntos de la arquitectura y proyecta una cabaña primitiva en la que coloca pequeños ventanucos que sirven para poco más que resolver la ventilación interior. La ventana es en él un problema, un trámite cuya rápida resolución la acerca a lo vernáculo. La transición interior exterior es canónica y directa, la ventana como hueco en el lleno.
Siguiendo esta línea de introversión encontramos la ventana de Can Lis. Aquí ésta atraviesa un muro ancho y pesado y deja huella a su paso. Este espacio o tronera pone su punto de mira en orientaciones concretas que hablan de un disfrute en el mirar. Sin hacer una renuncia al espacio de reflexión se establecen conexiones puntuales con el entorno construyendo una ventana que se prolonga pudiendo incluso llegar a ser habitada. Es la ventana como volumen.
Cada uno de estos proyectos aparece aquí como un auto-retrato. Estas viviendas se convierten en un vehículo de comunicación de pensamientos desde los que analizar a sus creadores. Ahora bien, de estar frente a frente con Philip Johnson, con Le Corbusier, con Jorn Utzon, la pregunta no hubiera sido otra sino “¿a qué otro arquitecto hubiera Ud. encargado diseñar su propia casa?