Coaching y arquitectura. Una ayuda para reflotar la profesión
Según la Asociación Española de Coaching (ASESCO), “El coaching profesional es un proceso de entrenamiento personalizado y confidencial mediante un gran conjunto de herramientas que ayudan a cubrir el vacío existente entre donde una persona está ahora y donde desea estar”.
El coaching no es terapia, ni psicología positiva, ni es sólo motivación (aunque ésta se trabaja, siempre digo aquello de que “tu actitud es tu quinta fachada”). Tampoco es caminar sobre las brasas ni lanzarte al vacío hacia tus sueños gritando “¡Banzaaaaaaaaiiiiiiiiii!”.
Es una relación de acompañamiento para ayudar a las personas a lograr objetivos. No hay milagros. Requiere de trabajo duro y de un compromiso firme de mejora.
Precisamente, a los arquitectos nos cuesta poco comprometernos y trabajar, y además estamos en un momento difícil en el que necesitamos activar nuestras mejores virtudes. El coaching nos puede ayudar.
De entrada, nos va a resultar muy útil para conocernos a nosotros mismos como personas y profesionales. En parte, nuestros problemas proceden del hecho de no ser únicos y reconocibles. Para poner en valor esa singularidad, qué mejor que empezar trabajando el autoconocimiento.
Muchas veces somos únicos y no lo sabemos o no nos lo creemos. Quizá pensamos que sólo somos mejores que los demás, pero a veces es preferible ser único a ser mejor.
Construimos edificios con estructuras sismorresistentes, pero no hemos desentrañado el misterio que somos nosotros mismos. Nos obsesiona cómo incide la luz sobre un plano y no conocemos nuestros propios claroscuros.
Debemos identificar y comunicar qué podemos ofrecer cada uno de nosotros a la sociedad.
Por otro lado, el coaching ayuda a vencer miedos y superar creencias limitantes, esos programas que llevamos implantados y que nos impiden conseguir metas.
También a llevar a cabo una buena gestión emocional, muy necesaria en una profesión en la que abundan las situaciones de conflicto.
Y cómo no, a ser conscientes de nuestro nivel de estrés y a manejarlo. A escapar del Karoshi, ese concepto del que nos hablaba Julia Ayuso aquí.
Algunos objetivos concretos y habituales son:
-Conseguir empleo, pese a la brutal competencia en unos procesos de selección que parecen las 12 pruebas de Astérix.
-Escapar de la precariedad poniéndote en valor.
-Redescubrir tu mejor camino profesional.
-Mejorar tu manera de trabajar y tu efectividad personal.
-Desatar tu creatividad.
-Ejercer un liderazgo efectivo y sano, tanto en ti mismo como en un equipo.
Etc.
En combinación con otras formas de acompañamiento más directivas, como el mentoring o la consultoría, el coaching nos va a ofrecer grandes resultados.
Por ejemplo, es muy útil ofrecer conocimientos de marketing a la persona que tiene como objetivo conseguir un empleo u obtener una mejora profesional en su empresa. Rodrigo Almonacid nos lo recordó aquí.
Desde luego, en nuestra formación como arquitectos nadie nos enseña a manejar todo eso que he mencionado en este post. Y créeme, va a tener mayor relevancia en tu desempeño profesional que tu habilidad para proyectar edificios.
Hasta ahora no hemos logrado un movimiento claro para reivindicar nuestro valor como profesionales, ni siquiera a través de las instituciones que tienen mayor proyección para conseguirlo.
Me temo que para recuperar la dignidad de la profesión tendremos que ir mejorando uno a uno, peleando caso por caso. Abrirnos a la aplicación de técnicas que llevan años utilizándose con éxito por muchos otros profesionales es una buena opción para nosotros.
Una ayuda para reflotar la profesión.
Imagen de portada: Matt Lammers