Karoshi-san
“Gracias por el trabajo”, “¡Nos ha costado!”, “¡Menudo día más largo!” son sólo traducciones al castellano que ni siquiera se acercan al significado real de la expresión Otsukaresama desu. Esta expresión indica que la persona que la usa sabe el estado en el que se encuentra el oyente, generalmente agotado, y a su vez expresa gratitud hacia la acción realizada. Se utiliza entre los compañeros de trabajo al despedirse después de una jornada laboral.
Mi trabajo de investigación doctoral versa sobre los espacios de trabajo, y cómo la arquitectura influye en la productividad intelectual y en la salud de las personas que la habitan. Me interesa la arquitectura y su gestión. En el tiempo que llevo viviendo en Japón, estoy visitando numerosos ejemplos de arquitectura para lugares de trabajo, que me han de servir como casos de estudio a analizar y comparar con otros en España, y si las diferencias son llamativas, más me cuesta admitir las conclusiones de mi estudio.
Karoshi (過労死) es una palabra japonesa con la que no quisieras cruzarte. En castellano significa muerte por exceso de trabajo, y aunque parezca una leyenda urbana, es un fenómeno social reconocido en Japón desde 1987, cuando el Ministerio de Salud y Trabajo empezó a recopilar estadísticas. Según esta misma fuente, los problemas laborales son el factor que contribuyó a 2.159 suicidios en 2015, aunque de acuerdo a un informe del Consejo Nacional en Defensa de las Victimas de Karoshi, la verdadera cifra puede llegar a las 10.000 víctimas anuales, ya que no sólo cuentan las muertes por suicidio.
En opinión del Dr. Takashi Tenasa, psiquiatra del Hospital Yoyogi en Tokio, las prácticas abusivas hacia los trabajadores, causantes de las enfermedades mentales por problemas laborales, están disminuyendo gradualmente gracias a la aprobación de leyes que protegen a los trabajadores y vigilan las políticas empresariales.
Entonces, si no es la sobrecarga de trabajo, ¿cuál es la causa principal de que la cifra de muertes por Karoshi siga siendo tan elevada? Aunque parezca mentira, la causa puede estar en el tiempo que las personas pasan en la oficina. Según un estudio científico sobre los hábitos y la salud de más de 600.000 personas, aquellos que trabajaron 55 horas a la semana tenían un tercio más de probabilidad de sufrir un infarto que aquellos que trabajaron menos de 40 horas, llegando a la conclusión de que el problema podría ser simplemente estar sentado por largos periodos frente al escritorio.
El Karoshi ya no es un drama exclusivamente japonés. En China mueren al día unas 1.600 personas por Guolaosi (過勞死), que es como se conoce a la muerte por exceso de trabajo en ese país. Y la tendencia es mundial. En muchos países, parte del problema no es la cultura de trabajar duro, sino la necesidad de aparentar que lo estás haciendo. En Japón muchos empleados jóvenes se sienten incómodos si se van de la oficina antes que sus jefes.
Es necesario un cambio real en la cultura del trabajo si no queremos que nuestro expediente laboral termine con una palabra en japonés. Cada vez más investigaciones apuntan a que la Arquitectura de Oficinas y el Facility Management tienen un gran impacto en la salud mental de los trabajadores. Los edificios que se centran en el bienestar de las personas permiten ahorrar en costes y ser socialmente responsables a las empresas, lo cual repercute en beneficios económicos cuantificables, al mismo tiempo que aumenta la productividad, creatividad y salud de los usuarios.