El uso de sistemas, elementos conceptuales y reglas es tan habitual en la arquitectura actual que no nos sorprenden reflexiones como “buscamos un sistema de trabajo”, “huimos del caso concreto”, “pretendemos conceptualizar” o “las reglas van más allá de la propia arquitectura”.[1] Sin embargo, esta necesidad de proyectar mediante sistemas y conceptos frente al caso concreto, frente a la elección entre numerosas posibilidades, es reciente, es moderna. La sistematización es propia de una modernidad, que comienza a vislumbrarse a finales del siglo XVIII, busca su camino durante el siglo XIX y se consolida en arquitectura a mediados del siglo pasado.
La obsesión teórica por los métodos, los principios y los conceptos corre en paralelo al desarrollo de las escuelas de arquitectura. Con esta afirmación no se hace consecuencia un acontecimiento del otro, pero sí se corrobora que la regularización de la arquitectura y la regularización de su enseñanza caminan de la mano.
Una tercera variable a sumar a la normalización de los métodos y a la de la enseñanza es la proliferación de las publicaciones. Los arquitectos han publicado sus métodos de proyectar, los principios que les guían, su sistemática, en los libros de arquitectos. Estos libros no tienen como destinatario al público en general, sino a un receptor erudito, intelectual (puede que algún artista o pensador), un público de arquitectos y estudiantes de arquitectura que de esta manera pueden comprender cómo proyectan los maestros y pueden copiarlos creando escuelas.
El primer libro de método coincide con la primera escuela, las Lecciones de Arquitectura de Jean Louis Durand y la Escuela Politécnica de París.[2] Las lecciones de Durand, un curso en el que se pretendía enseñar todo lo necesario a los ingenieros para que pudieran proyectar edificios, mantiene, a día de hoy, su absoluta modernidad, sigue fascinando por la eficacia de su método, por la conceptualización de los espacios y su esquematismo. Y a partir de Durand, ¿qué arquitecto no ha soñado con escribir un libro en el que se codifiquen los principios sobre los que organizar su arquitectura y se plantee un método con el que a partir de unas reglas se pudieran resolver todos los proyectos y, además, que sea objeto de estudio y admiración en las mejores Escuelas de Arquitectura?[3]
Imagen: de las combinaciones a las patentes, de Durand a Koolhaas