DE, DÓNDE, HACIA,…
Por Eugeni Bach
Miembro del Jurado
V Edición 2014-2015
#Arquia/Próxima
Comparte su reflexión sobre las propuestas presentadas a la última edición.
Las distintas convocatorias de Arquia/Próxima y la cantidad de realizaciones presentadas hasta esta quinta edición permiten tener una visión global y poder hacer, cada dos años, una radiografía del estado de la arquitectura llevada a cabo por las generaciones más jóvenes en nuestro país.
Ya han pasado casi diez años desde la primera edición y es gratificante ver cómo muchos de los arquitectos que en las distintas convocatorias presentaron sus primeros trabajos forman ya parte de las personas, estudios o instituciones que prestigian la arquitectura española.
Arquia/Próxima se ha convertido en este breve tiempo en un importante registro con un doble valor. Por una parte, el de ordenar y catalogar una serie de trabajos que permiten establecer relaciones y reflexiones entre ellos, así como tomar el pulso de la arquitectura realizada por las generaciones más jóvenes. Y por otra, se ha erigido en un punto de encuentro, tanto virtual como real en los distintos foros realizados, que en muchas ocasiones ha sido el origen tanto de primeras colaboraciones profesionales como de buenas amistades.
Gracias a la oportunidad de formar parte del jurado de la reciente edición he podido completar esta reflexión general, con una serie de consideraciones fruto del análisis y el estudio de las obras presentadas, y especialmente, en las deliberaciones y discusiones con el resto de los miembros del jurado. De todas ellas, quisiera poner énfasis en tres reflexiones surgidas a partir de la presente convocatoria y que merecen especial atención; son aquellas que tienen relación con el nivel de la docencia en las universidades españolas, el papel de la administración frente al contexto social y en especial con los más jóvenes, y la renovada percepción del papel del arquitecto y su cada vez más extenso campo de actuación.
Docencia (DE)
El marco definido por las convocatorias de Arquia/Próxima reúne las obras realizadas por arquitectos dentro de los diez primeros años profesionales, una vez terminados los estudios universitarios. Esta condición implica que muchas de las obras presentadas son primeros proyectos, y que muchas de las realizaciones han sido elaboradas sin una extensa experiencia profesional.
Esta premisa, que en muchos casos podría ser entendida como una limitación, es justamente una de las grandes virtudes de este registro, ya que muchas de las realizaciones incorporan un atrevimiento, una falta de prejuicios y una libertad de limitaciones que permiten unos resultados que raramente podría generar alguien con demasiado bagaje profesional.
La experiencia es un valor, indudablemente, pero la falta de ella puede ofrecer valores todavía mayores.
La proximidad de todos los participantes a la conclusión de los estudios de arquitectura permite, además, establecer una relación entre los resultados presentados y el nivel de la docencia en nuestro país. Si la experiencia todavía no ha podido ser un elemento determinante en el desarrollo de los jóvenes arquitectos, la influencia y la importancia de los estudios universitarios en estos primeros trabajos se vuelve determinante.
En los últimos años, ha aparecido, en distintos foros, la necesidad de repensar la manera como se imparten los estudios de Arquitectura en las distintas universidades españolas. Los cambios sociales y profesionales producidos en la última década como la saturación de obra construida, la necesidad de rehabilitar y reconvertir lo existente, la incorporación cada vez mayor de herramientas digitales en el proceso de proyecto o la necesidad de un rol más comprometido con la sociedad por parte de los arquitectos están generando dudas sobe el modelo de docencia y sobre si este debe ser reconducido para responder a esta nueva situación.
Es muy probable que así sea, y que deban replantearse varios aspectos de la docencia en nuestro país. Pero si nos guiamos por los resultados, y por el buen nivel de la arquitectura “joven” realizada habría que hacerlo sin grandes rupturas, y buscando qué factores y qué características tiene la docencia en nuestras universidades que producen tan buenos resultados, frente a modelos de otros países.
Puede ser apresurado emitir conclusiones sin haber realizado un estudio en profundidad de los planes académicos entre distintas universidades europeas, aún así está generalmente aceptado que la docencia de la arquitectura en España acostumbra a tener una buena dosis de conocimientos de distintas áreas y, en especial en comparación con otros países, de competencias técnicas.
Las voces más críticas con este modelo ponen en duda la necesidad de estas competencias, en un momento en que las salidas profesionales en los estudios de arquitectura no tienen por qué llevar al mundo de la construcción, y razón no les falta. Pero, por otra parte, el éxito de la arquitectura española creo que radica en gran parte en esta docencia tan amplia y con tantos frentes que prepara muy bien a los futuros arquitectos para la gestión de la complejidad. Y, al fin y al cabo, es este saber trabajar con lo complejo lo que permite que los arquitectos cada vez abarquen más campos de actuación y con tan buenos resultados.
Administración (DÓNDE)
Un primer repaso al conjunto de las obras presentadas ofrece una primera sorpresa, o más bien una preocupación, por la ínfima cantidad de obra pública realizada.
Esta situación puede parecer evidente, teniendo en cuenta el contexto social y económico en el que todas estas obras se inscriben, pero es posible que esta no sea la única razón. Si anteriormente defendía la ingenuidad, o la falta de experiencia, como un valor altamente positivo, mucho me temo que esta opinión no es ampliamente compartida y, mucho menos, por nuestras administraciones.
En España sí se ha realizado obra pública en los últimos años. Evidentemente, no tanta como querríamos, pero ésta, en general, no la han realizado los arquitectos jóvenes. Y es que la administración no acostumbra a confiar en aquello que se aleje tanto de la experiencia como de la especialización.
Llevamos tiempo acostumbrados a que aparezcan pocos concursos públicos, y cuando leemos las bases de los que se llevan a cabo, es habitual encontrar cláusulas que exigen un alto grado de especialización en un programa específico, así como haber realizado proyectos similares en los últimos años.
Esta situación lleva a primar las grandes empresas, en detrimento de un modelo de estudios de arquitectura que tan buen servicio han ofrecido a nuestra sociedad, pero además, establece un marco profesional extremadamente difícil para los más jóvenes, en un contexto donde, justamente, puede que hubiera sido un buen momento para apostar por ellos.
Los estudios jóvenes, desligados de los encargos públicos, solo pueden apoyarse en proyectos privados, generalmente de pequeña escala y con pocos recursos. La mayoría de las realizaciones presentadas entran en esta categoría, ofreciendo unos grandes resultados y con una capacidad de sacar el máximo provecho gracias a una tenacidad, esfuerzo, dedicación y pasión encomiables.
Pero no podemos basar todo un modelo profesional en este tipo de encargos, porque se trata de una situación totalmente insostenible. No estoy seguro de que la administración deba promover los estudios jóvenes. Es algo que entraña algunos peligros. Pero sí que debería dejar de poner dificultades a unas generaciones que están demostrando, pese a las adversidades, que merecen toda nuestra confianza.
Campo de actuación (HACIA)
La tercera reflexión hace referencia a la gran heterogeneidad de temas y propuestas de las realizaciones presentadas. A los proyectos más tradicionales, que abarcarían la obra ligada a la construcción, el paisaje y las realizaciones efímeras, se le suman propuestas editoriales, comisariados, diseño industrial, programas docentes, propuestas de difusión, realizaciones audiovisuales, etc.
Si en la primera edición de Arquia/Próxima el porcentaje de proyecto y obra era claramente dominante, la presente edición es mucho más heterogénea, e ilustra una ampliación, ya claramente asentada, del campo de actuación de los arquitectos más jóvenes. Si reflexionamos por qué esto sucede encontraremos varias razones y, en gran parte, ligadas a las dos consideraciones anteriores.
La primera razón para esta incursión en campos paralelos a la arquitectura, aceptémoslo, es la necesidad. Como en cualquier ecosistema, cuando un recurso empieza a agotarse aparecen ciertos desplazamientos para adaptar las distintas poblaciones a la nueva situación. La necesidad de los últimos años ha hecho que muchos arquitectos desplacen su área de interés, ampliándola a campos estrechamente ligados a nuestra disciplina, pero que la abundancia había dejado en un discreto margen cercano. Si a esta necesidad, sumamos la desidia de las distintas administraciones para afrontar el problema, estos desplazamientos se realizan con mayor rapidez y de una manera mucho más amplia.
Esta incursión en otros campos ha sido posible también, y aquí volvemos a la primera reflexión, gracias a una docencia que, en gran parte, lo ha permitido. La gestión de la complejidad, de la que hablábamos anteriormente, es la que posibilita que muchos arquitectos se desenvuelvan con gran agilidad en campos en los que, teóricamente, no somos competentes.
Pero el hecho de que podamos ampliar nuestros campos de actuación, y que tengamos aptitudes para desarrollarnos en ellos con cierta facilidad, en sí mismo, no tiene por qué ser un valor positivo, si no se realiza con un cierto rigor. Gran parte de las propuestas presentadas no caen en este error y, es más, algunas de ellas están entre las finalistas. Pero la incursión en otros campos debe realizarse con el máximo respeto y con la humildad de quien entra en casa ajena. Solo así podremos, no únicamente obtener unos buenos frutos, sino enriquecer otros campos de conocimiento que estamos, poco a poco, asumiendo como propios.
Por otra parte, esta ampliación de nuestros límites sí tiene una consecuencia muy positiva frente a la percepción del arquitecto, por parte del resto de la sociedad. Si hace diez años la imagen con la que generalmente se nos relacionaba era la del arquitecto estrella. Hoy en día, aunque esta imagen todavía persiste, aparecen otros modelos mucho más comprometidos con la ciudadanía, y se nos empieza a apreciar por motivos más valorados que la creatividad o el genio.
El tiempo de dedicación a esta convocatoria, como miembro del jurado de Arquia/Próxima, me ha permitido no solo el placer de compartir estas y demás reflexiones con el resto de miembros del jurado, sino la posibilidad de tener una visión amplia y transversal de los intereses, preocupaciones y propuestas de las generaciones más jóvenes con las que, afortunadamente, todavía me siento muy próximo.
Las tres reflexiones expuestas son una manera de poner orden a unas consideraciones generales a partir del estudio de las realizaciones presentadas y establecen un posible recorrido, a través de tres tiempos propios de esta generación de arquitectos:
DE qué bases provienen, DÓNDE están, y HACIA qué futuro se dirigen, sea imperfecto, o no.