Crónica de un Congreso en tres tiempos
Cada principio de verano del Año de la Bienal de Arquitectura de Venecia queda marcado por el congreso que la Fundación Arquitectura y Sociedad viene organizando hará casi una década. La mecánica organizativa es clara: juntas la materia gris de algunos Pritzker y aledaños y les haces reflexionar, ni que sea por aproximación (a veces se necesita una cierta voluntad para captar esta aproximación, pero bueno), sobre un tema dado. Luego se extraen conclusiones de manera pública o privada y decides si hay que reorientar o no tu propia carrera en función de los inputs recibidos.
La presente edición invitaba a pensar sobre el Cambio de Clima, expresión que también titulaba el congreso. Después de haber podido asistir invitado por el Consejo Editorial de Scalae y la empresa Figueras (gracias a todos ellos) aventuro, a modo de resumen subjetivo, los tres aspectos sobre los que se incidió de un modo más enfático.
1_ Cambio de clima
El título del congreso, según su director Luís Fernández-Galiano1 quería ser voluntariamente ambiguo, pivotando entre el cambio de clima que está sufriendo nuestro planeta y el cambio de clima social. Esta ambigüedad tan sólo tardó unos pocos momentos en deshacerse porque, de hecho, no interesaba como tal a ninguno de los ponentes. Todos ellos pasaron a analizar el cambio de clima desde el punto de vista social asumiendo que el cambio de clima digamos, literal, o ecológico o como se quiera llamar, es una cuestión de oficio, de profesionalidad, cuya respuesta es unánime: ha de ser tratado mediante medios pasivos, o tan pasivos como pueda ser posible. Ingeniería sin ingenieros, proclamó Bjarke Ingels en una de las intervenciones más afortunadas del congreso.2
Arquitectos como Winy Maas, principalmente, y el propio Bjarke Ingels cuestionaron los límites de esta profesionalidad respecto del cambio de clima de la Tierra a través de la ambición, lo que se traduciría en una pregunta simple: ¿Hemos de contentarnos con responder al cambio de clima de manera más o menos inteligente aceptando la situación creada con el fin de revertirla o podemos crear las condiciones para moldearlo a nuestra conveniencia dando un paso adelante en lugar de ponernos conservacionistas? La respuesta a esta pregunta nos lleva al segundo punto, que reza
2_ La construcción de la Utopía
Nos hemos formado en una época en que se daba un claro divorcio entre lo que se construía y lo que se planteaba en proyectos utópicos. Aun haciéndose trampas al solitario nadie espera ver construidas las propuestas de Archigram, Superstudio o el OMA investigador de la escala XXL.3 Sólo de vez en cuando estas megapropuestas se veían materializadas, generalmente a escala reducida, por arquitectos como Buckminster Fuller, Moshe Shafdie (hábitat de Monreal. Lo importante que fue la expo del 68!), Paolo Soleri o Ricardo Bofill (Walden 7, o la derivada catalana del asunto), entre pocos otros. Proyectos todos ellos de bastante éxito que, por lo que sea, han acabado en vía muerta.
En Pamplona se ha proclamado la reversión de este fenómeno. Ahora las utopías se construyen. BIG tiene muy avanzados los estudios para las gigantescas barreras que han de proteger la isla de Manhattan de la subida del nivel del mar y la construcción de una planta de residuos-montaña esquiable en su Copenhague de origen, el edificio más alto y más grande de la ciudad, con capacidad para redefinirla completamente. Dos proyectos de calidad excepcional, por cierto. Los edificios se aguantan ahora con cristal. Se puede usar la contaminación como material de construcción. Literalmente. La nanotecnología empieza a imponerse. Vivimos en un mundo donde empieza a rodearnos de modo cotidiano lo que siempre habíamos considerado ciencia-ficción. En Pamplona se ha proclamado el inicio de la era de las utopías construidas. Lo que, por sí solo, cambiará la manera que tenemos de entender la arquitectura.
3_ Los límites de la arquitectura
Fue extremadamente curioso el contraste entre las conferencias simultáneas de los arquitectos Rem Koolhaas y Pierre de Meuron.4 El último5 pronunció una conferencia en la que diseccionó los mecanismos de composición del museo Unterlinden en Colmar, Alsacia, un proyecto aparentemente menor realizado en función de una sola obra de arte, un retablo renacentista de altísimo valor, y de una situación urbana concreta. El primero renunció casi completamente a hablar de sus proyectos para soltar, como mensaje primario, que la arquitectura ha dejado de ser suficiente para él: enfrentado a los cambios profundos de nuestra sociedad se ha dado cuenta que construir, sólo construir, no es la respuesta. O que es una respuesta insuficiente, ya que la capacidad transformadora de la arquitectura es alta pero limitada al fin y al cabo. Así que Koolhaas usó su conferencia para enunciar su paso activo a la política. Su paso activo a la política desde la arquitectura, y este es un matiz importante: un paso activo a la política donde las armas conseguidas a lo largo de toda una carrera exitosa, las armas del arquitecto, juegan un papel clave. Koolhaas no dejará de ser lo que es: simplemente se torna consecuente con su ambición de toda la vida dándose cuenta que el arma definitiva para trabajar la gran escala es la proposición desde la política.
El congreso, pues, ha radiografiado un momento de cambio de consecuencias todavía imprevistas.