LA ARQUITECTURA ES SU PROPIA TEORÍA
Por Juan Manuel Heredia Desde Arquine
“La arquitectura es su propia teoría.[1] Cuando Vitruvio dedica sus diez “libros” al emperador Augusto lo que hace no es presentarle una “teoría de la arquitectura” como generalmente se entiende el término. No, lo que hace es presentarle la arquitectura misma, es decir su “cuerpo”, elcorpus de conocimientos que constituye la disciplina del arquitecto: su ciencia.[2] La arquitectura no son los edificios. Estos (no todos por supuesto) son producto de esa disciplina y adquieren el estatus de “arquitectura” solo por extensión. Antes que cualquier edificio o conjunto de ellos, la arquitectura es un “hacer” y como todo hacer es también un “saber hacer”. Estos dos aspectos fueron expuestos por Vitruvio al inicio de su texto bajo la famosa fórmula Fabrica et Ratiocinatio, e inmediatamente refrendados –para deleite de los nostálgicos de la semiótica- como un asunto de “significante y significado”, es decir la cosa misma y aquello que la explica. Esta dicotomía corresponde a la serie de categorías filosóficas griegas que trataban de explicar tanto los distintos “géneros” o estilos de vida (bios politikos, bios apollastikos, bios thoretikos, etcétera) como sus distintas dimensiones o facetas, ilustradas mediante oposiciones como poiesis/techné,praxis/poiesis, praxis/theoria, etcétera.[3] De gran sutileza y complejidad estas correlaciones se han transformado y en gran medida distorsionado a lo largo de los siglos y hoy en día aparecen bajo la más simple y antagónica fórmula práctica vs. teoría.[4]
En la actualidad y por distintas razones la arquitectura tiende a identificarse con su sola dimensión práctica, mientras que su dimensión teórica se relega a un segundo plano y se considera como algo no tan crucial para la disciplina. Desde sus inicios como concepto, sin embargo, la arquitectura siempre englobó ambos términos y de hecho puede decirse que fue más theoria que praxis. Aunque algo arbitraria la traducción “hacer y saber hacer” deja las cosas suficientemente claras ya que sugiere que toda acción u operación humana implica una cierta reflexión mental ya sea retrospectiva o anticipativa, de lo contrario se trataría de un mero movimiento reflejo o intuición animal. Aquellas y aquellos –profesionales e inclusive docentes- que hoy en día reniegan de la “teoría” (por no decir de la crítica) arquitectónica bajo la típica declaración “yo no soy teórica(o)” lo que hacen es simplemente declarar que solo “hacen” pero que en el fondo no saben lo que hacen. [5] (…)”
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