

¿Ha dejado la Arquitectura de estar de “moda” en España? ¿Es algo bueno? Creo sinceramente que sí. La crisis económica ha frustrado muchas esperanzas en nuestra profesión, pero también, le ha desposeído de buena parte de los aditivos “rosas”.Tenemos la oportunidad de recuperar aquellos valores por los que ha sido reconocida. Valores que en buena medida, pasaron desapercibidos en el periodo inmediatamente anterior a la crisis.
Pocas profesiones como la de los arquitectos españoles han contribuido, desde el advenimiento de la democracia, al equilibrio y la mejora de las condiciones sociales. Pocas desde su posición ideológica pero también con su obra han ayudado a crear una sociedad y unas ciudades mejores y más justas. Nuestro trabajo, particularmente contextual y cercano a los problemas reales, respondió con buena dosis de compromiso y calidad arquitectónica recibiendo la general consideración de buena parte de la crítica internacional. Se trabajó desde una concepción equilibrada entre los medios y los fines en coherencia con el ejemplo dejado por aquellos“abuelos” modernos que en los cincuenta disponiendo de pocos recursos obtuvieron fantásticos resultados.
¿Qué ha ocurrido pues para que ahora los arquitectos hayan logrado tan altas cotas de desprestigio? La crisis, más larga de lo previsto y ya con unos ciertos tintes estructurales ha generado una atmósfera, peligrosa e injusta por generalizada, en la que la crítica a todo lo pasado parece lo correcto y lo “que se lleva”. Al margen de ello es cierto que en los últimos tiempos se cometieron algunos errores de los que los arquitectos españoles somos responsables, (quizás de manera distinta y algo menos intensa de la que se nos sugiere). Repasemos algunos de ellos.
Por un Iado, de la mano de varios arquitectos foráneos, jaleados por algunos políticos y medios se hicieron obras donde la búsqueda de la vistosidad devengó en excesos de toda índole y con ellos en una generalizada imagen de falta de seriedad que también se aplicó a los arquitectos españoles. Por otro, la arquitectura pivotó de ser una disciplina entendida como servicio, a otra más identificada con la imagen y la apariencia, algo que en realidad solo era cierto si la arquitectura se reducía a los edificios y concursos más ostentosos, pero no si nos fijábamos en la inmensa cantidad de buena y responsable arquitectura realizada cada día de manera silenciosa .La corrupción y el mal hacer ligado a ciertas operaciones urbanas y paisajísticas crearon un hartazgo hacia todo lo que significa construcción y arquitectura como si los arquitectos fuéramos los únicos causantes del “festín”. Finalmente y quizás lo más importante, razón y consecuencia probable de todo lo anterior, está el gran vacío que se creó entre el mundo de la arquitectura y la sociedad real. Todos estos problemas venían ya anunciando, al margen de la crisis económica, otra de mayor calado que se refería se avecinaba a la manera de pensar y hacer la arquitectura.
¿Cuál es en mi opinión la situación actual? Una breve reflexión acerca de la arquitectura española hoy,ha de destacar algunos valores y también carencias.
En los años pasados la arquitectura de calidad en nuestro país tenía el soporte de la acción pública y de los concursos, ocupando el promotor privado un papel secundario y, en las mentes de muchos, incompatible con la calidad arquitectónica. Ya nada de esto volverá a ser así. Lo público en el futuro tendrá una dimensión menor, dedicada a la transformación y mantenimiento del patrimonio construido durante los últimos años (como ya ocurrió en Europa en buena parte del período de los 80 y 90) o en todo caso dirigido de nuevo a la construcción de la vivienda social, siendo los agentes e instituciones privadas a los que les corresponda apoyar los edificios que, quedando fuera de este ámbito, aspiren a la calidad arquitectónica. Se hace necesario un reencuentro que evite las mutuas suspicacias, en buena parte injustificadas, entre cliente privado y arquitecto.
Digamos que merece la pena ser optimistas. Recuperar parte de nuestros valores y activos junto a un esfuerzo por adaptarse inteligentemente a las nuevas realidades, siempre es garantía de éxito. La historia es cíclica, pero de una u otra manera siempre avanza.