CHARLES Y RAY EAMES: TÓMATE TUS PLACERES EN SERIO
Por Pedro Torrijos Desde Jot Down
“Miren a su alrededor.
Me apuesto lo que quieran a que en su salón o en su dormitorio o en su cocina hay un mueble que han tenido que montar ustedes mismos o que llegó por piezas y se lo ensamblaron en casa. Quizá una mesa, a lo mejor un sofá, puede que una silla. Seguro que algún objeto de contrachapado de madera laminada. No les ha costado muy caro pero es bonito, muy bonito. Una de esos muebles que solemos llamar de «diseño escandinavo»; y es muy posible que esa particular pieza haya sido concebida en el tablero de un creador escandinavo. Lo que quizás no sepan es que si han podido comprar ese objeto de diseño, si ese objeto está en su casa, si ese objeto existe, es porque en los años cincuenta, en el 901 de Washington Boulevard en Los Ángeles, Charles y Ray Eames cambiaron el mundo.
1. Si la vida te da limones, reinventa la limonada
Charles Eames era un hombre carismático. Atractivo, sonriente y curioso, muy curioso, le gustaba jugar con los objetos y con las formas, pero sobre todo, le gustaba jugar con las ideas. Se rodeaba de mil conceptos y mil planes y los movía y los manipulaba como haría un niño en medio de un montón de juguetes de latón y plastilina. Charles Eames era un hombre dominado por la curiosidad. Hasta tal punto que decidió abandonar los estudios de Arquitectura; había demasiadas cosas que le interesaban, demasiados proyectos que no podía desarrollar en una carrera que le comprimía como un corsé. (…)”
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