

Por Eduardo Mangada Desde Paisaje Transversal
“Un grupo de alumnos de arquitectura, mediada ya la carrera, me plantea la siguiente cuestión: arquitectos y urbanistas ¿para qué? Intento una respuesta inmediata, pero me doy cuenta de la frivolidad y les pido un par de días antes de mandarles un email con mis reflexiones, más que mis contestaciones. La pregunta de los alumnos abre, para matizarla mínimamente, otro interrogante: ¿de qué arquitectura hablamos o que entendemos por arquitectura? Y, de forma semejante: ¿qué entendemos por urbanismo?
Una primera condición que me autoimpongo es dejar fuera cualquier tentación de ser el experto por encima de mis interpelantes, de ser dueño de la verdad. Vienen en mi apoyo algunas citas ilustres. Lessing prefiere la «búsqueda de la verdad» a la «posesión de la verdad». Nietzsche afirma que «las convicciones fundamentalistas se convierten en prisiones». Pascal grita «¡Nada es cierto!». Y nuestro poeta Ángel Valente sentencia «¡Murió, es decir, supo la verdad!». Casi nunca hay una sola respuesta cuando nos planteamos preguntas sobre temas complejos referidos a la forma de vivir de los hombres y las formas en que se expresa a través del arte.
Arquitectos, ¿para qué?, me obliga a una aproximación, muy simplificada, de qué es un arquitecto, pudiendo definirlo remitiéndome a su profesión, «cuyo principal contenido es dar forma física las demandas y anhelos de cada individuo y de la sociedad en su conjunto» (Ricard Pié) o, como dice Antón Capitel, «la conversión en arte de una necesidad humana, la construcción de cobijo», la casa y la ciudad, función y símbolo a la vez. (…)”
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