CONSTRUIR
Por José Ramón Hernández Correa Desde Veredes
“Estoy construyendo una casa. Esta, y una pequeñísima nave, es lo único que me queda ahora, tras años de frenesí.
Construir una casa: En aquella penúltima etapa de mi vida hacía tantas que casi se me había olvidado lo que significaba.
Es magia. Independientemente de la mayor o menor calidad arquitectónica, es un milagro. Se toman los planteamientos funcionales, los gustos, las necesidades, los caprichos, etc, del cliente y se cruzan con la forma del solar, la ordenanza, la normativa técnica, e, inevitablemente, también con los gustos, las necesidades, los caprichos, etc, del arquitecto. (El arquitecto se dice a sí mismo que no debe meter sus gustos en este cóctel, pero no puede evitarlo).
De ese revuelto salen cosas a medias: Lo que se ha pensado como solución de un problema agrava otro diferente. Hay momentos en que no se ve ninguna solución. Hay días en que todo sale mal.
Sin embargo, siempre, siempre, se acaba resolviendo (mejor o peor) el proyecto. Las cosas encajan más o menos como se quería y todo cuadra (más o menos, ya digo). (…)”
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