Desde siempre, los arquitectos hemos tenido una especial predilección por las herramientas gráficas. Antes de la era digital, incluso en nuestra formación, los métodos de dibujo técnico y artísticos eran parte de nuestras pequeñas rutinas cotidianas. Pero, con el abandono progresivo de los medios analógicos, y el enloquecido avance en el software de arquitectura, el caos se ha apoderado de nuestras vidas. Dibujo 2D, dibujo 3D, texturización renders, postproducción, animaciones, dibujo vectorial, BIM… por no mencionar los programas de cálculo, dónde el abanico es tan amplio que va, desde software en los que no tienes que tener ni idea de los que estás haciendo para calcular, a otros que necesitas tantos datos que la herramienta es poco más que una calculadora programable.
Para nuestro oficio, sea cual sea el campo de actuación, cada vez se requiere un grado de formación más elevado en el software especifico. Y en el caso de los estudiantes, la elección de los programas puede venir sugerida1 por el profesorado o ser fruto de la curiosidad personal. La cuestión es que, durante la formación académica, la elección del software correcto es fundamental para el aprendizaje. ¿Aprender un programa de dibujo o aprender a dibujar? ¿Aprender a calcular o aprender programas de cálculo? El matiz parece muy pequeño pero en la práctica es una diferencia realmente grande. El uso indiscriminado de algunos programas informáticos a nivel profesional ha llevado a la exigencia de estos en las aulas, primando en ocasiones la formación profesional2 sobre los procesos de aprendizaje más profundos que deben llevarse a cabo en las Escuelas de Arquitectura. Quien sabe calcular puede aprender a usar un programa de cálculo, el caso contrario es bastante más difícil.
En el ámbito del dibujo 2D, este razonamiento parece estar mucho más asumido y el software que más se usa actualmente es poco más que un tablero de dibujo digitalizado; donde sin conocer a fondo el programa eres tu quien domina el resultado. En cuanto al dibujo 3D, hemos caído en la perversión más absoluta. Se ha viralizado el uso y abuso de las infografías oníricas3 que se alejan totalmente de la realidad, en las que se manipula con total premeditación y alevosía el objeto arquitectónico.
Con este razonamiento, no es tan sorprendente oír de vez en cuando a un profesor prohibir usar determinado programa o insistir en realizar ciertos cálculos a mano. Los medios digitales, no dejan de ser eso, medios, y depende de nosotros dominar las materias que hay detrás de ellos.