Título: Houston Street Graffiti Mural Art New York. Autor: David Shankbone
La ciudad es el marco de relaciones fundamental de nuestro tiempo, y por lo tanto, reflejo de las necesidades más elementales. Una de ellas, sin la menor duda, es la de expresión/comunicación.
Las sociedades en general y cada segmento en particular, tiene unas necesidades de expresión de su propia identidad, y también unos medios diferentes para su comunicación.
Cuando pensamos en arte urbano, casi inmediatamente nos viene la palabra graffiti a la cabeza1, pero quizá sea mejor no confundir ambos términos. El arte urbano se podría explicar como una mezcla entre la necesidad de expresarse y la voluntad transgresora: pintar donde no se debe, decir lo que otros no dicen. Se trata de provocar una reacción en el espectador, y de ahí que pueda considerarse un arte, ya que a través de la imagen se pretende enviar un mensaje no siempre explícito. Imágenes de enormes dimensiones, gran complejidad y en muchos casos, de enorme talento creativo digno de análisis.
No debemos pensar sólo en lugares recónditos de las ciudades, ni siquiera en guetos periféricos (lugares, es cierto, donde el fenómeno graffiti surge con mayor fuerza). El arte urbano (ya sea espontáneo o contratado) no tiene barreras de ningún tipo y se acerca a los centros de las ciudades no ya sin miedo, sino con fuerza y desparpajo2 .
Por otro lado, no podemos no hablar del arte mural puramente comunicativo. Los mensajes políticos controlados por los poderes en zonas en conflicto son una herramienta de comunicación de masas (en especial si el lugar se convierte en foco de las cámaras internacionales)3.
Pero el arte urbano va más allá del uso de los edificios o del mobiliario como soporte para sus obras4 y busca motivar la reflexión con elementos muy dispares.
La ilegalidad de la acción (no siempre) se une a una voluntad indudable de mejora del entorno urbano. Medianeras que ofrecen un aspecto desnudo, descuidado y feo, de pronto tienen una presencia completamente diferente5. Aquí es donde los arquitectos (y todos los ciudadanos) debemos reflexionar: ¿qué tipo de imagen dejan los retales inacabados de la ciudad? ¿Cómo debemos acometer estos puntos de indefinición? ¿Qué aportan o qué dejan de aportar?
Si después de leer este texto, al oír o leer “arte urbano” sigue pensando sólo en las pintadas de su portal o, como mucho, en Bansky, puede mirar este enlace, o este, o también este otro.