“Venus del Espejo” de Diego de Velázquez
Los profundos cambios que las nuevas tecnologías de la comunicación han traído a los modos de pensar y hacer arquitectura plantean grandes retos a su edición, entendida ésta como actividad comprometida con la crítica y la producción de conocimiento, además de divulgativa. Con la híper-comunicación, el pulso crítico de los contenidos tiende a desacelerarse, lo que unido al incremento de una producción arquitectónica diseñada específicamente para los medios y condicionada por ellos, acaba por generar escenarios de conocimiento amorfos. En ellos, tareas editoriales como la selección de contenidos o la construcción de ejes discursivos prácticamente se diluyen. Con objeto de hacerlas resurgir, un buen número de arquitectos-editores se han lanzado a una exploración sobre los formatos en la que el saber específico adquirido en su formación encuentra un campo de aplicación inesperado. En sus manos, los formatos despliegan nuevas capas de significado en estrecha relación con los contenidos, capaces de cortocircuitar la lisa transmisión de las ideas cuando encuentran lectores cómplices.
Una de las vías de trabajo más activas consiste en reconfigurar el nuevo escenario comunicativo tomando ventaja de las reglas del juego de la híper-comunicación para activar una dimensión discursiva y crítica en su interior mismo. Así los blogs construidos como sucesión de píldoras críticas de rápida digestión y efecto diferido, que encuentran su último sentido en su administración dilatada. Que muchos de ellos surjan desde la vocación docente, y con el deseo de servir de estímulo para el aprendizaje, es un dato notable. El despliegue de esta lógica temporal desdoblada lo encontramos también en ezines de potente carga gráfica, sino directamente visuales, y que en palabras de Davide T. Ferrando tienen el gran mérito de aportar referencias arquitectónicas a menudo inéditas, útiles tanto para el diseño como la investigación arquitectónica.
Otra vía de exploración notable es la nueva subcultura de lo impreso que renueva la experimentación con los formatos que caracterizó muchas de las revistas de arquitectura y arte de los años 60 y 70. Ahora no se trata, sin embargo, de una reacción al encorsetamiento de los cánones editoriales asentados, sino de una perspicaz respuesta a la contradictoria convergencia cultural entre lo puntero y lo establecido que la híper-aceleración propicia. Esta distancia disidente la encontramos en los gallegos Fabulatorio, quienes inequívocamente cultivan “saberes” arquitectónicos en la edición, para elaborar de forma elegante y provocativa obras redondas y a la vez abiertas al lector. Quaderns desde Cataluña o Ruby Press desde Berlín destacan asimismo por su compromiso con la comunicación eficaz de las ideas a través de la escenificación silenciosa del proyecto editorial en su materialización física, añadiendo a los contenidos una sutil capa de significado que los revaloriza.
Sería erróneo inferir, sin embargo, que ventaja y distancia están en conflicto. Existen sagaces proyectos que las enlazan, como los híbridos editoriales-expositivos asociados a las investigaciones, no por casualidad conducidas por Beatriz Colomina, Clip, Stamp, Fold y Radical Pedagogies, esta última con la colaboración de Dpr Barcelona. Desde el compromiso con la producción de conocimiento, estos trabajos innovan en lo comunicativo, combinando espacios discursivos y de encuentro, digitales y analógicos. Otros trabajos en esta vía son las micro-ediciones que sobreponen la lógica multiplicativa del collage al esfuerzo de síntesis de la escritura. Aquí estuvo la apuesta de la recientemente concluida Fulcrum (Londres), que con un impacto insólito para estar realizada con apenas una impresora cedida a un grupo de estudiantes de la AA, sacó asombroso provecho a una circular semanal. La receta fue sencilla: yuxtaponer dos puntos de vista en el anverso, y una imagen en el reverso, pensada como un subtexto que comunica a golpe de vista el espíritu de los vertiginosos 100 números. También con una muerte anunciada, HipoTesis desde Madrid trabaja con la yuxtaposición y el collage, esta vez en la lógica interna del protocolo editorial: cada número reúne 15 reflexiones cuyos autores se comprometen a comentar a otros cuatro, elegidos por los editores. Tanto los diálogos cruzados de HipoTesis como los de Fulcrum evocan el concepto foucaltiano de “rituales de verdad”, recientemente recuperado por José M. Torres Nadal para aludir a los círculos, los clubs, etc. como lugar de producción de arquitectura.
Estas aventuras comparten un interés por el espacio como sustrato que articula y estimula la disposición receptiva del otro e idealmente lo incorpora; los formatos son reinventados como modalidades espaciales en las que la experiencia estética es inseparable de la cognitiva. En su conjunto constituyen una prueba del potencial de nuestro expertise para conferir un sesgo crítico a la comunicación de las ideas, de la ocasión que ofrece la edición para reconquistar el valor cultural de la arquitectura frente al expositivo. Una vez llegados aquí, podemos ir más lejos y explorar el envés de este argumento. En un momento en que la híper-comunicación nos arrastra de tal modo que convierte los medios en lugar de producción y a ultranza espacio habitado, ¿podría el “conocimiento situado” de estas exploraciones editoriales sugerir métodos para recuperar una dimensión crítica no ya en la comunicación, sino en la construcción de las ideas arquitectónicas? ¿Podría el arquitecto cultivar la edición en el proyecto como una oportuna vacuna frente al aplanamiento de la sobre-exposición comunicativa?