

Por: Rocío Niebla ,Desde: el Diario, (Agosto 2021)
Nieve para refrescar el vino o el agua en los calurosos veranos, hielo para las hemorragias, los dolores de cabeza y para paliar dolencias. Nieve para fabricar repostería, o simplemente, hielo para refrescarse con paños. Desde mediados del siglo XVI hasta entrados el siglo XIX, la nieve fue un bien de primera necesidad, por eso se creó una amplia red de depósitos subterráneos de almacenamiento (y venta) de nieve. En Aragón llegaron a existir más de 500 neveras en funcionamiento, denominándose también pozos de nieve (o hielo).
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