

Un repaso a los ganadores de los premios Arquia/próxima
Déborah López ha sido la ganadora este año del Premio Arquia Innova. Un premio que busca reconocer e impulsar la innovación arquitectónica de proyectos que afrontan desde formatos no tradicionales los retos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea. El jurado destacó su proyecto Mo(un)ments en el conjunto de las obras que la arquitecta presentó a la convocatoria. Un trabajo que presenta un espacio de experimentación migrando desde lo teórico a lo material y experiencial, respondiendo con un pensamiento crítico a condiciones y cuestiones claves contemporáneas, medioambientales, sociales y políticas.
Déborah se formó como arquitecta en la Universidad Europea de Madrid, con una doble titulación en Arquitectura y Bellas Artes. De esa etapa universitaria recuerda con especial aprecio a profesores como Uriel Fogué, Acebo y Alonso o Cristina Díaz y Efrén García. Con estos últimos colaboró brevemente tras acabar la carrera y fueron ellos quienes le introdujeron a François Roche, quien había sido un referente durante su carrera y la razón por la que decidió mudarse a Bangkok. Tras un breve periodo trabajando en su estudio conoció a Hadin Charbel, su pareja y socio en el estudio Pareid. Juntos decidieron continuar sus estudios en la University of Tokyo y comenzar sus investigaciones sobre ecología, geopolítica y fabricación digital. Tras su etapa en Japón, decidieron volver a Bangkok y empezar de lleno una aventura conjunta al frente Pareid.
Bangkok es una ciudad muy difícil porque el clima y la polución son muy duros, sin embargo, como arquitectos es muy fácil y accesible poder producir, sobre todo al inicio de tu carrera profesional. El contexto cultural es muy abierto a extranjeros, y en ese sentido es más accesible que ninguna otra ciudad en la que hemos vivido. Por ejemplo, cuando estábamos en Tokio comenzamos a dar clase, pero no pudimos encontrar un espacio donde poder desarrollar una agenda propia. En ese momento nos ofrecieron la oportunidad de dar clase en INDA, el International Program in Design and Architecture de la Facultad de Arquitectura de Chulalongkorn University en Bangkok. Nos mudamos de nuevo a Bangkok y esto nos abrió muchas puertas, permitiéndonos poder seguir desarrollando nuestros proyectos de investigación desde esta universidad.
El hecho de mudarnos de nuevo a Bangkok, comenzar a dar clase de manera más permanente y construir nuestros primeros proyectos, nos permitió consolidar Pareid. Más tarde a través de un concurso en el que participamos, nos invitaron a dar clase en la Bartlett en Londres donde actualmente seguimos. Llevábamos casi siete años en Asia y nos pareció un buen momento para volver a Europa. Ha sido un paso importante del que estamos muy contentos y nos ha servido para generar una nueva dinámica de ciclos en el estudio, dedicando un año de investigación seguido de otro para producción.
En nuestros proyectos no entendemos las barreras entre arquitectura y arte. Esto es algo que en ciertos momentos nos ha beneficiado y dado acceso a ayudas públicas para artistas. Cada vez más, los arquitectos de nuestra generación están rompiendo con esos silos de conocimiento, así como poniendo en valor la investigación y su posterior impacto en la producción material. En este aspecto, algo que es importante destacar es el hecho de que todos aquellos proyectos que se catalogan como “experimentales” y generados por arquitectos jóvenes, normalmente no son económicamente viables. Creo que es importante que pongamos en cuestionamiento cómo se valoran estos proyectos desde el aspecto económico para que otros arquitectos y la sociedad también los valoren.
Estamos trabajando en una publicación independiente que resuma nuestra investigación estos últimos años en la Bartlett y que abordará temas sobre autonomía desde política a medioambiental. Otro proyecto ahora en marcha es para la Bienal de Seúl, una instalación interactiva con infraestructuras especulativas que incluirá una película que hemos producido recientemente. El último proyecto en el que estamos trabajando es una vivienda en Ponferrada, de donde vengo y donde he pasado los últimos meses. Es un proyecto en mitad del bosque que planteamos como una interfaz entre humanos y no-humanos, que busca no romper con el ecosistema existente.
Al haber pasado el confinamiento en Ponferrada, me he empezado a interesar por los contextos rurales y su conexión con cuestiones o problemáticas urbanas. Creo que la conexión entre el campo y la ciudad no es tan lejana y es importante entenderlo como un urbanismo continuo y un sistema.
Para conocer más a fondo el trabajo de Pareid, visita www.pareid.com
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DISEÑO GRÁFICO
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ISSN 2605-3284
© de esta edición,
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La edición de esta publicación ha sido patrocinada por Arquia Banca.
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