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Libro Blanco del Título de Grado de Arquitectura, Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA)

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Características específicas de calidad para los programas de pregrado en Arquitectura.  Ministerio de Educación Nacional, República de Colombia.

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Este post fue desarrollado a través de varias conversaciones con profesores y estudiantes de arquitectura, entre ellos: Rafael de Lacour, subdirector de la ETSAG – UGR coordinador del máster habilitante, y los estudiantes Ana María García Linares, Johana Díaz, Paula García Cerpa y Víctor Fernández del máster habilitante de arquitectura de la Universidad de Granada.

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Manuel Saga: ‘The britght side of the PFC’, publicado en Blog Fundación Arquia (Septiembre 2017)

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Rodrigo Almonacid: Elige tu propia aventura: el extraño caso de los TFGs en Arquitectura, publicado en Blog Fundación Arquia (Julio 2019)

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Andrea Robles: Dime de qué escuela eres, y te diré qué PFC tienes, publicado en Blog Fundación Arquia (Octubre 2016)

Estudiar arquitectura en España es estudiar arquitectura dos veces

Algunas de las conversaciones  habituales en las Escuelas de Arquitectura españolas solían girar en torno a las habilidades que requería el PFC según en dónde se presentara.

En este sentido, resultan irónicas e incluso graciosas las confesiones de arquitectos recién titulados según modelos académicos extranjeros. Daphe Cruz hablaba en Enlace Arquitectura sobre la dureza de su formación de “cuatro o cinco años”. Decir eso en la entrega de PFCs de cualquier escuela española supondría recibir, como mínimo, un guantazo. La comparación no es posible porque hablamos de modelos esencialmente diferentes.

1. Somos un bicho distinto (publicado en enero 2017)

En primer lugar porque el título de arquitecto en España es un cartón distinto que exige cosas diferentes. En el Libro Blanco del Título de Grado de Arquitectura 1 se especifican 62 competencias necesarias para el estudiante de arquitectura 2. Sesenta y dos nada más. Toca probar que se dominan todas aunque al final nos acabemos especializando sólo en algunas. Entre ellas hay algunas como “Electromagnetismo” o “Economía urbana” que difícilmente se encuentran en los pensums de arquitectura extranjeros que suelen reducir las competencias a 8-10 ítems mucho más generales. Por otro lado, mientras que competencias del arquitecto en España se piensan en torno a las atribuciones legales, en otros lugares se trabajan en torno a campos más generales  (3y4)  Son ideas que no se pueden comparar, pertenecen a categorías distintas. Somos un bicho distinto.

En segundo lugar, estudiar arquitectura en España es estudiar el doble de tiempo. En 2015 la Universidad de Granada colocaba a arquitectura como la carrera que los estudiantes tardan más tiempo en terminar, con una media de duración de estudios de 9,35 años para superar un programa de 5 años. Hoy en día ya son oficiales los másters habilitantes nacidos de Bolonia. Este requisito de poseer un postgrado para poder ejercer profesionalmente no es sino la prueba flagrante de que los estudios de arquitecto en España nunca fueron un grado universitario nivelado con el resto. Somos un bicho más grande, que tarda más tiempo en crecer.

Esto conlleva que a los arquitectos españoles nos curten en la escuela antes que en la calle. Comenzamos a trabajar con una media de edad muy superior a la de los países en los que el grado es más corto o en los que la habilitación está a cargo de entidades como la RIBA. Se dice que la formación del arquitecto español es mejor, yo diría que es más dura y más extensa. Nuestros estudiantes no son mejores ni peores, sencillamente tienen más experiencia, son mayores y más maduros, lo cual no es necesariamente una ventaja ya que consume tiempo. Cuando otros llevan ya media década de vida profesional nosotros nos acabamos de graduar. Pasamos en la universidad cuatro años más que el resto de colegas internacionales y nueve más que Le Corbusier.

En resumen, somos bichos distintos, que tardan el doble en crecer y que deben saber de cosas que no les interesan. Al final, de forma inexplicable, la mezcla parece salir bien. Qué bichos más raros.

2. Dos etapas: un grado más un máster (publicado el 26 de febrero de 2020)

En 2020, la duración de los estudios de arquitectura en España sigue siendo un tema de conversación común entre estudiantes y arquitectos 5. Hasta hace algunos años la carrera era larga, mucho más que lo que programaban los planes de estudio, y finalizada en un Proyecto Fin de Carrera que a menudo pecaba de inconsistencias académicas y logísticas. Hoy en día el PFC es apenas un rumor susurrado por los pasillos como si de una historia de terror se tratase 6. Aun así, merece la pena preguntarse una vez más: ¿estudiar arquitectura en España sigue siendo estudiar dos veces?

La distancia entre la duración de los programas y el tiempo real invertido parece haberse reducido. Aquellos tiempos en los que la mayor parte de los estudiantes invertían más de nueve años en finalizar una licenciatura de cinco han pasado a mejor vida. Sin embargo, ahora la mayoría de los programas se han dividido en dos etapas: un grado más un máster. Efectivamente, toca estudiar “dos veces”.

Esta división, auspiciada por el Espacio Europeo de Educación Superior y el plan Bolonia, pretendía unificar la formación de los arquitectos en títulos más o menos equivalentes. España, en lugar de aplicar grados de tres años y masters de dos, ha optado por grados de cinco años y un máster concentrado de un solo año. El máster es habilitante, de modo que los egresados pueden colegiarse y ejercer desde el momento en que terminan, en lugar de estar obligados a tomar un examen estatal como sucede, por ejemplo, en Italia.

El grado mantiene la misma línea de los primeros años de formación de los planes antiguos. Cuenta con algunas adiciones interesantes como el Trabajo Fin de Grado (TFG), que en muchas escuelas se ha convertido en un espacio abierto a la investigación en temáticas propuestas por los propios estudiantes 7. Aún así el grado sigue recogiendo los conocimientos en estructuras, instalaciones y construcción que caracterizan al arquitecto español, cuyas atribuciones técnicas son mayores a las de otros contextos.

Una vez terminado el grado toca elegir máster. En los planes antiguos el estudiante quedaba obligado a cursar su PFC en la misma escuela donde hizo el resto de la licenciatura. En la actualidad existe la posibilidad de elegir, y vaya si se elige. Por ejemplo, en la ETS de Arquitectura de la Universidad de Granada, casi la tercera parte de los estudiantes de máster habilitante cursaron su grado en otras universidades. Un dato nada despreciable.

Los puntos críticos de esta modalidad están en la articulación entre ambos programas. Al fin y al cabo, el Máster no deja de ser una versión revisada del antiguo PFC con materias de apoyo y más profesores. Los estudiantes siguen demandando una conexión más clara con el mundo profesional, espacios donde la formación sea integral y puedan aplicar aprendizajes técnicos y teóricos a sus proyectos, así como una mejor orientación de cara a las salidas profesionales de los arquitectos en instituciones públicas, centros de investigación o entidades sociales.

Un punto a favor es que el máster habilitante ofrece un espacio más formalizado dentro del sistema universitario que los antiguos PFCs, con más recursos y peso académico.

Además, la flexibilidad para cambiar de programas incentiva la competencia entre universidades igual que ya sucedía en el acceso al grado 8. Eso sí, los estudiantes de master ya no tienen 18 años. Son arquitectos en ciernes que saben muy bien lo que quieren, y pondrán a prueba cualquier programa en el que aterricen. Toca que las universidades y escuelas estén bien preparadas y afinen sus tiempos de reacción.

Ilustración 1: Hernández y Fernández en “Las Aventuras de Tintín”. Hergé 1929-1976.


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Imagen de portada: Tintín: La Estrella Misteriosa. Hergé: 1952.

Notas de página
1

 

Libro Blanco del Título de Grado de Arquitectura, Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA)

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Características específicas de calidad para los programas de pregrado en Arquitectura.  Ministerio de Educación Nacional, República de Colombia.

5

Este post fue desarrollado a través de varias conversaciones con profesores y estudiantes de arquitectura, entre ellos: Rafael de Lacour, subdirector de la ETSAG – UGR coordinador del máster habilitante, y los estudiantes Ana María García Linares, Johana Díaz, Paula García Cerpa y Víctor Fernández del máster habilitante de arquitectura de la Universidad de Granada.

6

Manuel Saga: ‘The britght side of the PFC’, publicado en Blog Fundación Arquia (Septiembre 2017)

7

Rodrigo Almonacid: Elige tu propia aventura: el extraño caso de los TFGs en Arquitectura, publicado en Blog Fundación Arquia (Julio 2019)

8

Andrea Robles: Dime de qué escuela eres, y te diré qué PFC tienes, publicado en Blog Fundación Arquia (Octubre 2016)

Por:
(Granada, 1986). Research Fellow en Dumbarton Oaks, Trustees for Harvard University (Washington DC). Doctor en Historia de la Arquitectura (Politecnico di Torino) y Doctor en Historia del Arte (UGR). Arquitecto egresado de la ETSAG y Magíster en Arquitectura de la Universidad de los Andes, Colombia. Socio fundador de Amate+Saga, oficina de arquitectura y diseño estratégico. Asistente editorial del Journal académico Architectural Histories, perteneciente a la European Architectural History Network. Colaborador habitual de National Geographic Historia. Antiguo corresponsal de La Ciudad Viva .
  • Amparo Martínez Vidal - 17 enero, 2017, 21:08

    Muy interesante y entretenido el post. Yo pienso que la madurez se consigue en el entorno laboral. Y que estudiar mucho no implica saber más… sino madurar más tarde. La escuela te orienta de una forma, y la vida de otra. Cuanto antes descubras tu camino, mejor. Un abrazo.

    • Manuel Saga - 17 enero, 2017, 21:18

      ¡Gracias Amparo! Aunque estoy de acuerdo en que no se ponen los pies en el suelo hasta que no se llega al ámbito laboral, creo que es innegable que alguien que ha estudiado 8 años se gradúa con un nivel de madurez mayor que otro que se gradúa tras sólo 4 años. Es pura aritmética. Otra historia es la comparación entre el que estudia 8 años y el que estudia 4 y trabaja 4. Un abrazo!

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